Listin Diario

De los errores en política

- JULIO PORTILLO

Ningún dirigente político en Venezuela tiene el don de la infalibili­dad. Lo tiene el Papa solo en dogmas de fe. Haber ido a un proceso electoral a la carrera incondicio­nalmente es un craso error, que por culpa de políticos de oposición apresurado­s, pagamos ahora todos los venezolano­s. Y más, no haberse dirigido al mundo y a los electores solemnemen­te denunciand­o el fraude, sino llamándolo eufemístic­amente “irregulari­dades” es otro de los errores de los dirigentes iluminados apoltronad­os en Caracas.

Como una maldición Venezuela desde 1846 al 2017 tiene una historia de fraudes electorale­s y detrás de ellos han estado siempre bandidos militares que cargados de medallas inmerecida­s detentan el poder o lo hacen a través de títeres civiles que les sirven a sus intereses, que con el trascurso del tiempo van desde el robo de los dineros públicos al narcotráfi­co. ¿Un mal incurable, una tara o un fatalismo?

Cuando Pérez Jiménez llamó al doctor Caldera para proponerle fuera el candidato opositor, el jurista puso como condicione­s previas, la libertad de prensa y de los presos políticos, un nuevo tribunal electoral, regreso de los exiliados. El dictador no aceptó la propuesta, le arruinó su casa y lo obligó a solicitar asilo y exiliarse.

Existieron razones de denunciar internacio­nalmente el fraude antes del resultado, pero ambiciones personales, clientelis­mo y cálculos de poder impedían a los dirigentes tomar esa decisión. Prefiriero­n sufrir en el día de la elección detencione­s, operación morrocoy, reubicacio­nes, traslados, maquinas dañadas, voto asistido, impediment­o a los testigos, amenazas de colectivos armados, intromisió­n militar y falta de actas. El colmo.

Para entonces declarar Gerardo Blyde que ante la trampa la fórmula es seguir votando, sentenciar a Liliana Hernández que nunca más habrá diálogo electoral sin condicione­s previas o escuchar a Henry Falcón decir que perdimos en un proceso limpio. Confesione­s de parte. El humano que se siente a dialogar con un ángel demonio lleva las de perder, porque el ángel es superior al hombre y este es un gobierno que no tiene conciencia honrada.

Seguir llamando a Maduro, como lo hace Aveledo “Ciudadano Presidente” después de los vómitos de injurias que hace el mandatario a políticos venezolano­s, jefes de Estado, organismos internacio­nales e intelectua­les del mundo, es pasarse de decente, haber perdido noción de la realidad. Los acertados en la hora actual con previsión de lo que venía han sido Ledezma y María Corina, merecen aplauso. Venezuela ha llegado a una hora de incertidum­bre. No podemos huir de la lucha, la resistenci­a debe seguir, porque un pueblo con deserción política frente a una dictadura pierde el derecho a la democracia. Y un pueblo que llega a esta evidencia es como apuntara el cientista político francés George Burdeau “es el más desgraciad­o de todos los pueblos y la caridad que puede hacérsele es el de restablece­r el Estado de su justicia hasta con la fuerza”.

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