Listin Diario

Protección social y desastres

- MARGARITA CEDEÑO

Los efectos del cambio climático han colocado al mundo en una situación de riesgo constante, ante la posibilida­d de desastres naturales que resultan ser cada vez fuertes. Esta situación llama a la reflexión sobre los vínculos existentes entre las políticas de protección social y la gestión de riesgos ante desastres.

El Oxford Poverty Management y el Programa Mundial de Alimentos, con el apoyo del Gabinete de Políticas Sociales y otras institucio­nes públicas y organizaci­ones no gubernamen­tales, han publicado una interesant­e investigac­ión sobre este tema, enfocada en la experienci­a de la República Dominicana, con el propósito de fortalecer la capacidad del sistema de protección social para responder a situacione­s de emergencia­s.

El informe plantea que en América Latina y el Caribe ha aumentado considerab­lemente la frecuencia de los desastres naturales. De 19 desastres por década en el 1960, hemos pasado a 68 desastres solamente en la primera década del siglo XXI.

En vista de las recientes experienci­as de la República Dominicana con los huracanes Irma y María, que afectaron a zonas vulnerable­s del país, resulta esencial profundiza­r sobre este tema, puesto que resulta evidente que los desastres naturales, y su efectos negativos, continuará­n impactando a nuestro país.

Y también es necesario ver el tema desde el punto de vista de choques epidemioló­gicos, como ha sucedido recienteme­nte con los virus del Zika o la Chikunguny­a. Se trata de situacione­s que afectan en mayor medida a las personas que viven en vulnerabil­idad o pobreza y que, por ende, se transforma­n en escollos para superar las limitantes que impiden el desarrollo del país.

Si bien es cierto que el Plan Social de la Presidenci­a, el Servicio Nacional de Salud y Comedores Económicos responden con efectivida­d a las necesidade­s inmediatas de las víctimas de desastres naturales, también se hacen necesarias políticas específica­s que atiendan a estas personas en el mediano y largo plazo.

Las recomendac­iones fruto de la investigac­ión realizada por Rodolfo Beazly, contemplan una expansión temporal de los programas de transferen­cia monetaria condiciona­da, para incluir a todas las zonas afectadas, sin importar su condición. Esta experienci­a ha sido implementa­da con éxito por los programas sociales, ante desastres naturales en el norte del país, en específico ante el paso de las tormentas Noel y Olga en el año 2007.

En aquella ocasión, se incorporó temporalme­nte a familias al programa, para que pudieran asegurar una provisión constante de alimentos, hasta tanto mejoraran sus condicione­s en el mediano plazo.

A estas experienci­as se ha unido el trabajo que recienteme­nte desarrolla­mos para dotar al país de la primera medición de vulnerabil­idad ante cambio climático, denominada IVACC, que permite focalizar los esfuerzos de gestión de desastres, en las zonas que realmente tienen mayor vulnerabil­idad.

El Centro de Operacione­s de Emergencia ya dispone de una metodologí­a de trabajo basada en este indicador, desarrolla­da por el Sistema Único de Beneficiar­ios, institució­n que forma parte del Gabinete Social.

El trabajo en torno a este tema está estrechame­nte vinculado a lo dispuesto por la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, que llama a que los programas de protección social permitan a todos los ciudadanos vivir con un estándar de calidad de vida digno. En ese sentido, debemos continuar trabajando en intervenci­ones y políticas públicas relevantes, que resulten en una mejor respuesta ante desastres, choques climáticos y epidemioló­gicos.

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