ADIÓS A UN POETA NOTABLE
Lupo Hernández Rueda acaba de morir. No solo fue un poeta notable por la hondura de sus versos. Su mayor virtud fue integrar una generación de poetas, la llamada “Generación del 48” que a través de una poesía simbolista, y a veces cósmica, enviaba mensajes de denuncia contra la dictadura trujillista desde la “Página Escolar” del periódico El Caribe. Fue doña María Ugarte quien bautizó al grupo. Ella una vez los convocó para nombrarlos porque todos tenían algo en común, no solo por escribir versos, sino por tener como objetivo luchar a través de la palabra por una República Dominicana libre. Y les propuso un nombre sencillo, pero que quedó escrito en la historia del pueblo dominicano: “Generación del 48”. En el caso de Lupo, además de la literatura, adquirió en el campo del derecho una gran notoriedad, llegando a ser director de la Escuela de Relaciones Laborales de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña y la Asociación Dominicana de Derecho del Trabajo y de Seguridad Social. Obtuvo el Premio “Eduardo León Jimenes de la Feria Internacional del Libro” con su obra “Código de Trabajo Anotado”.
Fue uno de los grandes artífices en la redacción del Código de Trabajo que sustituyó el de la época trujillista y su sabiduría y experiencia lo convirtieron siempre en una fuente de apoyo y consulta en temas laborales y de otra naturaleza del mundo jurídico. Fue merecedor de los títulos Honoris Causa en varias universidades, tales como la Universidad Interamericana, Universidad Central del Este (UCE), Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña (UNPHU) y en la Universidad Tecnológica de Santiago (UTESA).
En el ámbito literario su nombre también brilló con gran esplendor. Fue miembro del número de la Academia Dominicana de la Lengua, y entre otras distinciones, obtuvo el Premio Nacional de Poesía en cinco ocasiones, siendo el dominicano que mayor cantidad de veces ha obtenido este importantísimo galardón.
En 1980 recibió el Premio Nacional de Ensayo por su obra “La generación del 48 en la literatura dominicana”, y en 1997 el codiciado Premio Nacional de Literatura que entregan cada año la Fundación Corripio y el Ministerio de Cultura por su valiosa trayectoria en las letras dominicanas.
Nuestras más sentidas condolencias a su familia, que puede llenarse de orgullo de haber dado a la República Dominicana un ciudadano de envidiable talento para la literatura y el Derecho, ambos dones al servicio de la ciudadanía.