Un país bajo VIOLENCIA
LOS ROBOS DE AUTOS Y MOTOCICLETAS SUBEN UN 34.40 % Y EL DE ARMAS DE FUEGO UN 21 % DURANTE EL PRIMER SEMESTRE DEL AÑO 2017.
Primera historia: veintisiete años y se llama Jayson, casado y taxista. Segunda historia: Andrés es periodista y cumplió 29 hace unas semanas. Los dos crecieron en un barrio de Sabana Perdida, al noreste de la capital dominicana, donde era costumbre jugar con libertad entre sus calles, dando igual si fuese de día o por las noches.
No había en aquellos años mayores controles familiares que las advertencias de no pasar de ciertas horas en la calle. Advertencias que redujeron con los años las horas permitidas.
Jay se mudó a Santiago con su familia. Andrés permanece en la capital. Son dos cruces de camino sobre la delincuencia y, la que es más peligrosa, la violencia en toda la sociedad. Uno vive la sensación de inseguridad, al otro le pusieron su vida como ejemplo.
El paso de Jayson por la mala historia llegó una noche de domingo. Acudía a un servicio como taxista, bajo operación de la internacional Uber. Acudió a la dirección que pedía el cliente. Y cuando abordaba a sus nuevos pasajeros le sorprendieron puras ráfagas de balas. Murió al momento. Sus clientes, a quienes perseguía un grupo de jovenzuelos, solo resultaron heridos.
Esa realidad de inseguridad ciudadana que suele gravitar en las calles del país, aquella tantas veces etiquetada por las autoridades como temas de percepción, encuentra ahora respaldo en datos oficiales: 26,864 personas asesinadas desde el año 2005 y hasta el mes de agosto de estos días. A promedio de 2,066 muertes por año.
Y este año esa sensación, o “percepción”, también ve su realidad en los robos de automóviles y motocicletas, que se han incrementado un 34.40% en el primer semestre de 2017 y en las armas de fuego robadas, que también crecieron un 21% durante el mismo período cuando se le compara con 2016.
Y puede que el problema ya no sea tan solo una discusión sobre delincuencia, sino de qué tan violentos se van tornando los dominicanos ante banalidades y simplezas como el cruce de una luz roja, el pago de una comida o un juego de dominó.
Hace unos días, este diario publicó un recuento de al menos 20 asesinatos en los últimos seis años por discutir por parqueos, deudas monetarias, roces entre vehículos y hasta por poner sobrenombres.
Aun más: los porcentajes de personas mayores de 12 años que declaran haber sido víctimas de asaltos se han duplicado desde el año 2005: 3% en ese primer año de medición, hasta el 7.5% de los consultados que recoge la Encuesta Nacional de Hogares (Enhogar) como ciudadanos que admitieron ser asaltados en los doce meses previos a la entrevista.
A Andrés, nuestra segunda historia, le sorprendió hace unos meses el nivel de crispación de la sociedad cuando tres vehículos, incluido el suyo, intentaron cruzar una intersección al mismo tiempo. Andrés frenó su vehículo cuando notó el atascamiento y que los dos restantes no estaban a disposición de retroceder.
Quedaron entonces dos automóviles forzando el cruce. Y todo se resolvió cuando uno de ellos salió de su carro con arma de fuego en mano. El otro auto retrocedió y aceleró al momento, mientras dejaba improperios desde su ventanilla. El hombre armado miró a Andrés, quien siguió su retroceso para despejar la vía. Eran apenas las 7:25 de la tarde.