El periodista no debe perder la sensibilidad
Hay ocasiones en las que es imposible desligarse del sufrimiento que provoca una tragedia. Aun así, el profesional debe evitar mezclar los sentimientos.
Una de las razones que dan peso a esta hitoria es la experiencia de Juan Salazar, editor de LISTÍN DIARIO, quien luego de dos meses viviendo la realidad de los enfermos mentales, sintiendo la discriminación, el estigma y el olvido afirma que su sensibilidad y el compromiso hacía los demás se incrementaron.
“Salir a la calle fingiendo ser un loco fue una experiencia abrumadora y desgarradora, porque me mostró a mí mismo que también en algún momento de mi vida había sentido pavor de tener cerca un enajenado mental y que los trate en más de una ocasión con indiferencia”, sostiene.
Reportajes sobre el autismo y sobre adictos en proceso de recuperación han marcado también a este experimentado comunicador, quien no obstante, no pudo reprimir las lágrimas cuando escribía sobre los testimonios de madres dedicadas a tiempo completo al cuidado de sus hijos autistas. “También vivía esa realidad porque mi hijo menor fue diagnosticado con Síndrome de Asperger”. Salazar ha escrito de otro tema tan sensible como los feminici- dios, en más de una ocasión ha tenido que consolar en casos de tragedias, como en el caso del padre una joven asesinada por su pareja, a quien entrevistó, y quien bañado en lágrimas le dijo: “Hay que aprender a ser hombre. Ser hombre no es sólo llevar los pantalones, es saber resolver los problemas sin fracasar, sin dañar a otras personas”.
Para el sociólogo Juan Esteban Cordero lo vivido por muchos periodistas durante su ejercicio los engrandece porque a su entender a prenden a ver un mundo distinto, una realidad a la que a veces escapan, y lo que es más importante: entender que ser el periodismo es un sacerdocio.
“Es más yo entiendo que al periodista debe orientársele respecto a lo importante que es escribir la historia y vivirla, pero sin que se le afecten sus emociones. Deben mantener su lado humano a salvo, porque si se llevan de sufrirlo todo, en algo fallarán. Es decir, no harán bien su trabajo como periodista o no serán seres humanos sensibles. En definitiva, deben mantener el equilibrio”, dice el experto también en terapia de orientación profesional.
Escribir, mostrar una imagen o ayudar. Se pueden hacer todas estas cosas, como lo demostró la periodista de
CDN, Shaira Castillo, quien mientras hacía un reportaje sobre el huracán María puso su micrófono a un lado para amamantar a un bebé que lloraba en un albergue de Barahona.
En 1993, el fotógrafo Kevin Carter viajó a Sudán e inmortalizó la imagen de un niño desnutrido acostado en el suelo, acechado por un buitre. La foto publicada en The New York Times, obtuvo el premio Pulitzer de fotografía 1994 y se convirtió en el rostro del hambre en África.
La imagen provocó un gran conflicto emocional en Carter, quien se suicidó varios meses después de recibir el premio. Criticado duramente por la opinión pública, el fotógrafo diría antes de su muerte estar arrepentido de hacerla y de no haber ayudado al niño.