En la diana
Supóngase que repentinamente al Banco Central se le elimina su capacidad de emitir títulos de deuda propia, y que no tiene en sus activos un alto nivel de títulos de deuda emitidos por el Gobierno. Supóngase que inmediatamente ocurre un choque interno representado por un sobrecalentamiento del crédito bancario que aumenta exageradamente la cantidad de dinero en circulación y la inflación. En tales circunstancias el Banco Central no podría colocar títulos para reducir el exceso de oferta monetaria, ni propios ni del Gobierno, y por tanto, tendría que recurrir al único instrumento disponible: un aumento de la Tasa de Política Monetaria que produzca un aumento de las tasas activas, que a su vez reduzcan el ritmo flamígero del crédito. El resultado: una paralización súbita del ritmo de actividad económica en vez de un aterrizaje suave y controlado. Por tanto, un banco central que no disponga de instrumentos de contracción y expansión de la cantidad de dinero está condenado a producir inestabilidad en el ritmo de crecimiento del ingreso y el empleo. Segundo Tiro
Supóngase que, en vez del choque interno del párrafo anterior, se produce uno de carácter externo, representado por una reducción intensa de los precios del petróleo y un aumento significativo en los precios del oro y los demás productos de exportación, con el consecuente aumento desproporcionado del superávit de la balanza de pagos, y de una intensa tendencia hacia la reducción del tipo de cambio nominal mucho mayor que la inflación, y por ende, también del tipo de cambio real. En tales circunstancias el Banco Central no podría salir al mercado cambiario a comprar dólares, pues no dispondría del instrumento de emisión de títulos propios de deuda, o de ventas de títulos de deuda del Gobierno, para esterilizar la compra de moneda extranjera. El resultado: una perdida brusca y súbita de la competitividad de las exportaciones. Por tanto, un banco central que no disponga de instrumentos de contracción y expansión de la cantidad de dinero está condenado a tener que permitir cambios bruscos en el tipo de cambio real y en la competitividad de la economía. Tercer Tiro
La conclusión de lo expuesto es simple y sencilla: Para evitar las situaciones planteadas, todos los bancos centrales modernos de la región latinoamericana, como son los casos de Chile, Uruguay, Argentina y México, están autorizados a emitir títulos de deuda en moneda nacional y extranjera. Si no dispondrían de tal instrumento de regulación de la cantidad de dinero y de sus reservas internacionales, estarían condenados a condenar a sus economías a cambios bruscos en el nivel de esta variable y en el ritmo de actividad económica que producen los cambios violentos en la cantidad de dinero. Todos los bancos centrales que no tienen monedas de reservas, y que no están debidamente capitalizados con títulos de deuda del Gobierno, están obligados a hacer política monetaria de operaciones de mercado abierto con títulos de deuda propia, incluyendo al Banco de México, cuya Ley, según su artículo 7, inciso, VI, le autoriza a emitir “bonos de regulación monetaria”. No hay otros caminos hacia el control de la inflación, fomento del crecimiento y la acumulación de reservas que no sean la capitalización plena o la emisión de títulos propios de deuda.