¿Hacia Hipócrates o los hipócritas?
La membresía del Colegio Médico Dominicano (CMD) está convocada para sufragar el próximo ocho de noviembre.
Asistirá a este ejercicio democrático de la más permanente y exitosa asociación de profesionales nacionales para legitimar un nuevo equipo directivo.
Hasta el momento no se despejan las nubes de los enfrentamientos de la entidad con las autoridades nacionales de salud y el gobierno.
Un clima enrarecido que denuncia cómo se echó mano a viejos métodos de lucha, propios de otros tiempos y circunstancias, para reclamar algo cuya pertinencia no se ha sido establecida claramente ante la ciudadanía ni ante la opinión pública por el CMD: incentivos para todos los médicos. ¡Incentivos por desempeño exigidos a través de huelgas en vez del cumplimiento del deber laboral!
Tales paros hacen temer que lata y crezca vigorosa una oferta electoral reñida con la ética pública, de abierto carácter corruptor y, además, desinstitucionalizador.
Tantas huelgas médicas en medio de un proceso electoral podrían estar diciendo a los galenos empleados del Servicio Nacional de Salud (SNS) “si votan por nosotros tendrán que trabajar menos”.
El discurso de la oposición política al gobierno y de sus voceros recorre el mismo camino: perdido y alejado de las necesidades e intereses del pueblo al afirmar que la garantía de la salud es responsabilidad del gobierno, lo que es cierto y está constitucionalizado.
Sin embargo, el discurso a coro del CMD y de la oposición obvia que para garantizar esos servicios de salud a la población que la Constitución y las leyes consagran, el gobierno paga, a través de Salud Pública y del SNS, una numerosa nómina de médicos, enfermeras y todo tipo de paramédicos. Que al convenir en trabajar para el SNS, los médicos quedan obligados a brindar a la población los servicios que garantizan que el gobierno satisfaga los requerimientos constitucionales y de la Ley General de Salud, entre otras.
En palabras claras: no es a través de sí mismo que el gobierno garantiza la salud: lo hace mediante el pago a profesionales y técnicos —médicos, laboratoristas, enfermeras y otros—, contratados para que suplan y garanticen ese servicio de salud que manda la Constitución que el gobierno supla a todos los ciudadanos, especialmente a los más pobres. Tantas huelgas de la directiva saliente del CMD en contra del pueblo y tal discurso de la oposición excluyendo a los médicos de la responsabilidad de cumplir los deberes laborales contraídos brindando los servicios para los cuales son pagados por Salud Pública, el SNS y el gobierno revelan un propósito desinstitucionalizador, no de la salud sino sólo y exclusivamente la red pública de salud.
Boicotear las atenciones y servicios médicos a la población. Lo que de hecho significa favorecer a los médicos con cero carga de trabajo. Huelgas de dos y tres días por semana son una forma de permitirles estar en sus servicios privados por igual período. Un abierto robo de los recursos públicos precisamente de quienes hablan de anti corrupción. Así son y están las cosas.
De aquí que el próximo ocho de noviembre los médicos dirán claramente al país si ellos pondrán en el liderazgo de su centenaria institución a un equipo que apuesta a que tengan el derecho, bajo el subterfugio de las huelgas, a no trabajar, a no suplir atenciones de salud a los más necesitados; a robarse los sueldos que reciben del gobierno con indolente y osada desfachatez. ¡Y mediante huelgas!
Dirán claramente si cogerán los sueldos del SNS y se quedarán en sus consultorios y casas, o vegetando alrededor de los hospitales, exigiendo que les paguen servicios que no prestan, horarios de trabajo que no cumplen, incentivos a los que el pueblo está viendo que no tienen derecho.
Dirán sin duda si tienen derecho a recibir incentivo alguno de las autoridades de salud y del gobierno quienes en vez de trabajar huelguean, incitados por la directiva saliente de ese gremio.
Dirán si su vocación es por la salud o por los sus cuartos.
Afirmarán si han renunciado a conciliar sus intereses con sus deberes y tender al equilibrio.
Dejarán ver en qué medida han decidido renunciar a ser parte o integrarse a la apestosa red de corrupción que cerca a la sociedad dominicana. Cobrar al gobierno sin trabajar es robar recursos públicos, un acto de abierta corrupción.
Negar servicios de salud a los pobres que están siendo o han sido pagados a través de las nóminas del SNS y de Salud Pública con los fondos nutridos por los impuestos ciudadanos revelará si hay o no una actitud delincuencial que gangrena en ese segmento poblacional de clase media y media baja integrado por los prestadores de servicios de salud en la red pública.
Esta es la importancia de la próxima asamblea eleccionaria del CMD del ocho de noviembre. Permitirá saber qué son o qué han venido a ser en realidad los médicos: si profesionales de la salud comprometidos todavía con el juramento hipocrático y la ética pública o una banda de roba sueldos, corruptos e hipócritas. Quienes conocemos a ese gremio no perdemos las esperanzas en las fuerzas sanas, íntegras y visionarias que viven en su interior.