Islandia: Una buena receta
Islandia es una pequeña isla en la Atlántico Norte, con poco más de 100,000 km², relativamente cerca de Groenlandia y a unos 1,000 km de la parte continental de Europa. Tiene más de 200 volcanes, 20 de los cuales han hecho erupciones, en verano la luz del día dura casi 24 horas y en invierno casi nunca hay horas de claridad.
A los que estamos acostumbrados al cálido trópico nos resulta muy difícil imaginarnos la vida en un país donde las condiciones del tiempo cambian constantemente: lluvia, viento, altas y bajas temperaturas, para corroborar esto existe un dicho islandés: “Si no te gusta el tiempo que hace, espera cinco minutos, cambiará”Para
la Segunda Guerra Mundial era el país más pobre de Europa Occidental y en el año 2009, según la Organización de las Naciones Unidas, era el tercer país más desarrollado del mundo.
A pesar de las condiciones con que se vive en ese país, ha logrado, según la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, el tercer lugar entre los países más felices del mundo, sólo superado por Noruega y Dinamarca.
Islandia fue el primer país de Europa que tuvo una presidenta, y la primera dignataria elegida democráticamente en el mundo; es por eso que, entre otras cosas, se dice que es el mejor país del mundo para ser mujer. La cambiante temperatura, los largos días y las largas noches eran y son un estímulo para que las adolescentes se inicien en la droga y el alcohol, las campañas contra su uso no surtían el efecto deseado.
En las páginas de la revista Mossaic Science aparece una entrevista con Harvey Milkman, un profesor americano de psicología que enseña en Islandia y que plantea que en los adolescentes se produce un cambio químico en el cerebro que estimula el consumo del alcohol y estupefacientes, y que puede originar también adicción a los carros, al dinero, al sexo, a cualquier cosa. La adolescencia es el más importante inicio de la exposición al mundo y por tanto a los extravíos.
Ante esas preocupaciones, la pregunta que se hicieron fue: “¿Por qué no desarrollar un movimiento alrededor de emociones naturales, consiguiendo “elevar” (poner high) la química cerebral de los adolescentes, sin los efectos negativos de las drogas? La respuesta a esa pregunta fue el desarrollo, a partir de 1998, del programa llamado “Juventud en Islandia”, con excelentes resultados.
Todo inició con una investigación social que determinó las pautas de consumo, el absentismo escolar y los problemas emocionales de los jóvenes. Los resultados fueron entregado a las alcaldías, escuelas, padres y parientes. A partir de estos se determinaron las pautas a seguir: construir más campos deportivos, áreas de recreación, actividades conjuntas con los padres, toque de queda, elevación de edad para comprar alcohol y cigarrillo, recreo obligatorio en la educación infantil: llueva, truene o venté; más salas de arte, música, danza, artes marciales y entregando una cierta cantidad de dinero anual para que estas actividades puedan ser pagadas por las familias.
El uso de droga, alcohol y cigarrillo, entre adolescentes, ha declinado significativamente, las prácticas deportivas y culturales le está dando grandes lauros a Islandia. Los resultados están ahí, son visibles para todo el mundo. La receta es pública. ¡Apliquémosla!