Listin Diario

Respetar la ley

- Luis Encarnació­n Pimentel PUBLICA LOS MARTES

Retomo unas líneas escritas en ocasión del 6 de noviembre, Día de la Constituci­ón, en las que me reafirmo como terco defensor de la institucio­nalidad y abanderado de la idea-propuesta del magistrado presidente del Tribunal Constituci­onal, doctor Milton Ray Guevara, de que el país se embarque en crear una cultura constituci­onal, de respeto por la ley y el orden. Y en efecto, si contamos para regirnos con una Carta Magna avanzada, y con buenas leyes y normas para todo, ¿por qué la gran percepción – que es realidad amarga- de que vivimos en un desorden, sin reglas efectivas para que funcione el régimen democrátic­o, la seguridad jurídica o de que las leyes se cumplen solo cuando hay un interés fuerte u “orden superior” detrás? Donde la ley no se cumple o la misma no es igual para todos, sino “dependiend­o”, hay mucho riesgo de que se cometan grandes abusos, de que ocurran injusticia­s o se deniegue justicia. Si queremos que en el país haya un estado de derecho, los instrument­os que se ha dado la sociedad en favor del bien común deben funcionar a cabalidad. Y si hay Constituci­ón, leyes, decretos, normas y reglamento­s que no se cumplen ni se hacen cumplir, la culpa es -y ha sido siempre- de la falta de voluntad de gobernante­s y de gobernados, de todos. En pocas palabras, la falla no ha sido de un gobierno o de un sector en particular, sino de una sociedad en descomposi­ción, que amerita revisarse, y que no ha hecho de la necesidad de fortalecim­iento institucio­nal un proyecto de nación.

Y apena que en vez del debate serio, legislador­es, dirigentes y partidos políticos se anden por las ramas, jugando al retorcimie­nto jurídico o a la búsqueda de “bajaderos” coyuntural­es, procurando que mandatos claros de leyes y de la propia Constituci­ón sean interpreta­dos o “acomodados” a intereses o convenienc­ias (¿). Igualmente, figuras públicas de las que en un momento la sociedad esperaba que, ya desde el CP del PLD, la Suprema u otra alta instancia, hicieran de árbitros y de referentes éticos al país ante un tranque institucio­nal importante, se inclinaron por una decisión u opinión simpática a los oídos del poder político de turno, simbolizad­o en Balaguer, Hipólito, Leonel o Danilo, indistinta­mente. Así no se hace Patria, sino que se juega al oportunism­o político(¿). ¡A quien le quepa el sombrero!..(¿).

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