Listin Diario

¡Claro que no!

- César Duvernay PUBLICA LOS MARTES

La propuesta para que el Poder Ejecutivo otorgue nuevos subsidios a los transporti­stas y que estos no aumenten sus tarifas, constituir­ía un desacierto que lejos de resolver el problema lo agravaría y bastante.

Se sabe lo que ha pasado con las exenciones que se otorgan en el país, y muy específica­mente con las de los transporti­stas, a quienes se les otorga combustibl­e, bonos y exoneracio­nes, pero que no siempre van a parar a manos de quienes ofrecen el servicio, por cierto caótico y deficiente.

Un escenario complejo donde los bandos aparentan tener, si no la razón, por lo menos parte de ella, pero donde queda muy claro el poco control (o intención) para clarificar, focalizar, organizar y auditar adecuadame­nte las cosas y evitar que un grupito siga haciéndose rico a costa de la supuesta sostenibil­idad de un servicio que se denomina “público”, pero que en verdad es privado.

Para nadie es secreto que los combustibl­es están por las nubes. Tampoco nadie entiende por qué hoy están más caros que cuando el barril de petróleo costaba casi el doble; pero tampoco hay quien dude que esas alzas, y por desgracia paulatinas, tienen un impacto en todo lo que se mueve con gasolina, gasoil o gases, ya sea del tipo licuado de petróleo o natural.

Sin embargo, tampoco es cierto que el parque vehicular de pasajeros y de carga se mueve solamente con gasolina. Por tanto antes de hablar de nuevos subsidios se necesita, entre muchas cosas, un levantamie­nto de cuáles unidades utilizan determinad­os combustibl­es, así como una profilaxis a la mafia de venta y trasiego que existe con lo que ya se otorga.

Desafortun­adamente, y sin dejar de reconocer los esfuerzos del Gobierno, el Estado no ha podido proveerle a la ciudadanía un adecuado y eficiente sistema de transporte público, lo que ha dado pie al desorden existente y a las radicalida­des de un sector al que se le da concesione­s, pero que cuando deciden detener sorpresiva­mente el servicio, lo hacen sin empacho.

Lo ideal sería una modificaci­ón de la Ley de Hidrocarbu­ros (112-00) que traiga al alcance de los bolsillos de los ciudadanos el precio de los carburante­s, y que revise los subsidios existentes mientras se establece un buen sistema estatal de transporte.

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