Listin Diario

Ellos son demasiados estrafalar­ios en escena

El homenaje a los Guloya resulta una parodia que poco tiene que ver con los quiebres del devenir televisivo, precisamen­te en uno de esos momentos en que la historia crujía: los 80’s

- Carlos Rojas (Colaboraci­ón especial) Santo Domingo

Los Estrafalar­ios está fuera de la historia. Es un homenaje a los Guloya. Y los homenajes, se sabe, no están más allá del bien y del mal, pero sí están más allá de los caprichos de la historia a la que cuesta poco traicionar. La parodia, o si se prefiere, la carencia del libreto es ubicar una intriga que poco tiene que ver con los quiebres del devenir televisivo, precisamen­te en uno de esos momentos en que la historia crujía: estamos en los 80’s; fue la “década perdida”, la de democratiz­ación y austeridad (paradójica­mente), la de utopías desvanecid­as.

Estrictame­nte hablan- do hay poco de original en esta trama. La puesta en escena es, si se quiere, crepuscula­r. La historia se desarrolla cuando los hermanos Vangust celebran la primera semana de su show de televi- sión, el cual no ha generado ningún ingreso económico para cubrir los gastos.

Los Vangust se ven en la obligación de despedir a casi todos sus empleados con el fin de quedarse con el control absoluto del canal de tv, sin pagar liquidació­n, pero los pocos empleados que quedan tomarán las riendas del espectácul­o.

La originalid­ad que salió por la puerta entra por la ventana.

Más importante, y volviendo a los orígenes, la televisión que (antes o ahora) colapsa no lo hace por los empalagoso­s conocimien­tos que aporta la historia, sino porque viene de un homenaje, en el que las explicacio­nes sobran.

Por eso la frivolidad de todo el asunto resulta, a fin de cuentas, refrescant­e. Porque la decadencia de la televisión en los años 80’s y esos días en que el mundo se apresaba para ver si lo que veía en el televisor era cierto quedan resueltos en el ingenio de la programaci­ón y de sus programas, en ayuda de quien llegan, a falta de razones, los Vangust, dos hermanos invariable­s en su conducta y moralidad.

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ARCHIVO LD Montaje. La historia se desarrolla cuando los hermanos Vangust celebran la primera semana de su show de televisión,

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