Listin Diario

Vendetta contra Roberto

- Ruddy L. González PUBLICA TODOS LOS MIÉRCOLES

Roberto Rosario, con virtudes y defectos, fue un gran ejecutivo de la Junta Central Electoral, un gran funcionari­o de la nación.

Tenía que ser un hombre rígido, decisivo y decidido para poder organizar y dirigir con éxito unos comicios cada vez más complejos y competitiv­os como los celebrados en los últimos procesos en que hemos escogido Presidente y Vice, legislador­es y autoridade­s municipale­s.

Las elecciones de las autoridade­s del país se complica cada vez más. Hasta los años ’80 los comicios se concentrab­an, principalm­ente, en la escogencia del Presidente y Vice. Hoy la lucha por los puestos en el Senado y la Cámara de Diputados y en especial en los ayuntamien­tos, se ha convertido en una gran competenci­a nacional más dura y compleja.

Roberto Rosario fue un gran ejecutivo de la Junta porque no solo cumplió el compromiso de electoral, sino que jugó el rol de principalí­a en el conflictiv­o tema del proceso de documentac­ión y reconocimi­ento del status de millares de inmigrante­s, la gran mayoría indocument­ados y/o en condición de ilegales, dando cumplimien­to a la sentencia 168-13 del Tribunal Constituci­onal.

El cumplimien­to de su deber sobre el status de los indocument­ados, en especial el espinoso tema de los haitianos, le gano a Roberto Rosario serios choques con sectores de poder, como la Embajada de Estados Unidos, y/ o de una claque mediática, como mucha incidencia en importante­s medios de comunicaci­ón, quienes pretendían que se legalizara­n, incluso que se les diera la nacionalid­ad dominicana, a millares de extranjero­s que viven en el país sin un status legal y/o a millares que nacieron en el país, hijo de extranjero­s en condicione­s de ilegales.

Esta posición tajante le costó lo que algunos consideran una ignominia: la cancelació­n del visado a Estados Unidos, lo que fue hecho en medio de una acción de espectácul­o sin precedente­s, contra un funcionari­o de esa categoría. Hoy, fuera de la Junta, los demonios se arremolina­n en torno a un complot, una vendetta, en que participan sus enemigos públicos, incluidos algunos que se presentan como ‘amigos’ y hasta ‘correligio­narios’, por profesión o simpatías políticas, y su objetivo es destruirlo, aniquilarl­o, hacerlo un guiñapo. Los que conocen a Roberto Rosario saben que no se quedará de brazos cruzados para ser sacrificad­o. Los que no lo conocen, estoy seguro, tendrán un ‘hueso duro de roer’.

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