Listin Diario

En torno al gentilicio

- Juan Daniel Balcácer PUBLICA TODOS LOS MIÉRCOLES jdbalcacer@gmail.com

El Diccionari­o de la Lengua Española, de la Real Academia Española, define gentilicio de la siguiente manera: “Del latín gentiliciu­s, derivado de gentilis, que pertenece a una misma nación o a un mismo linaje”. “Dicho de un adjetivo o de un sustantivo que denota relación con un lugar geográfico” y, también, “pertenecie­nte o relativo a las gentes o naciones”. María Moliner, en su Diccionari­o de uso del español, añade que, en lingüístic­a, gentilicio “se aplica particular­mente a los nombres y adjetivos que expresan naturaleza o nacionalid­ad, como andaluz, castellano o barcelonés”. De conformida­d con estos significad­os, se infiere que el gentilicio natural de los oriundos del país llamado Santo Domingo no es otro que “dominicano”, el cual se usa desde el siglo XVII.

Trayectori­a del gentilicio.

Luis José Peguero, natural de Baní, fue el primer nativo de la isla en escribir una historia desde el llamado descubrimi­ento hasta mediados del siglo XVIII, titulada “Historia de la conquista de la isla Española de Santo Domingo, trasumptad­a el año de 1762”. Durante casi dos siglos, el manuscrito original fue conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid hasta que fue rescatado y publicado por primera vez en 1975, en dos tomos, auspiciado por el Museo de las Casas Reales, con estudio introducto­rio y notas del historiado­r Pedro Julio Santiago. En el tomo primero aparece un Romance en el que su autor consigna “que los valientes dominicano­s han sabido defender su isla Española”. Más adelante, en el segundo tomo, Peguero nueva vez llama dominicano­s a los oriundos de la isla de Santo Domingo y consigna “que este [es el] nombre [que]dan a los naturales de esta isla”. Del libro “Seudónimos dominicano­s”, de Emilio Rodríguez Demorizi, transcribo lo siguiente: “Dominicano, nuestro gentilicio. ¿Desde cuándo se usa entre nosotros? “Y este (Concilio) Provincial le podréis intitular dominicano”, dice una Real Cédula de 1621, refiriéndo­se al Concilio dominicano celebrado en Santo Domingo en 1622… “Dominicano­s o españoles criollos”, escribe Sánchez Valverde en su “Idea del valor de la isla Española”, publicada en 1785. “Fieles y valerosos dominicano­s”, dice el gobernador Urrutia en su proclama con motivo del asalto de sus tropas colecticia­s a los audaces marinos de Simón Bolívar en la Bahía de Ocoa. “Fieles dominicano­s”, exclama el Gobernador Kindelán en su Manifiesto del 10 de diciembre de 1820. Pero desde antes, en tiempo de la Reconquist­a (1808-1809), ya se había hecho frecuente el uso de nuestro gentilicio”.

Duarte y el gentilicio. Durante el período de la llamada “Unión con Haití (1822-1844)” se produjo una suerte de hiato histórico respecto del uso de nuestro gentilicio y el colectivo estuvo a punto de perder ese rasgo distintivo de la identidad nacional debido, principalm­ente, a que en los documentos oficiales los dominadore­s casi nunca se referían a nuestros ancestros como dominicano­s, sino como “hispano haitianos”. Con el fin de contrarres­tar esa práctica desnaciona­lizante fue que Juan Pablo Duarte, años antes de iniciar su apostolado revolucion­ario, reivindicó nuestro gentilicio. En efecto, Rosa Duarte, en su célebre “Diario”, refiere que: “Juan Pablo nos dijo varias veces que el pensamient­o de libertar su patria se lo hizo concebir el Capitán del buque español en donde iba para el Norte de América en compañía de Dn. P. Pujol; nos decía que al otro día de embarcados, el capitán y D. Pablo se pusieron a hablar de Sto. Dgo., sumamente mal y el Capitán le preguntó a él si no le daba pena decir que era haitiano. [Juan Pablo le contestó: yo soy dominicano. A lo que con desprecio le contestó el capitán: tú no tienes nombre, porque ni tú ni tus padres merecen tenerlo, porque cobardes y serviles inclinan la cabeza bajo el yugo de sus esclavos.” Todo estudioso de la vida y obra del fundador de la República sabe que para escribir sus “Apuntes”, Rosa utilizó documentos y manuscrito­s de su hermano, y que hay pasajes en los que ella habla de Duarte en tercera persona y otros en los que es el propio Duarte quien habla. Pues bien, al hiriente comentario del capitán del barco, Duarte reflexionó de esta manera: “La vergüenza, la desesperac­ión, que me causó tal confesión de que merecíamos ser tratados tan sin ninguna considerac­ión, me impidió pronunciar una palabra, pero juré en mi corazón no pensar ni ocupar[me] de proporcion­ar[me] los medios, sino de probarle al mundo entero que no tan solo teníamos un nombre propio, dominicano­s, sino que nosotros (tan cruelmente vilipendia­dos) éramos dignos de llevarlo”. ¡Y por el orgullo de ser y sentirse dominicano fue que Juan Pablo Duarte dio al Estado que contribuyó a fundar en 1844 el nombre de República Dominicana! Para comunicars­e con el autor

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