Todos debemos ser buenos anfitriones
La originalidad de este producto es que su propietaria los elabora a partir de las matas de aguacate, almendra, lavanda, coco y muchos otros árboles que tiene en el patio de su casa.
Sí, parece un bizcochito, pero no lo es. Es un jabón hecho de cacao, cuyos beneficios son aprovechados por la propietaria de Chocosol, Deyanira Solano, para elaborar licor y otros productos. Para que se repita la visita, todos tenemos que hacer fuerza en la misma dirección. Debemos exhibir mejores hábitos, costumbres, educación y espíritu de convivencia. Tener educación no es ser educado. Las grandes marcas – países, las que reciben la mayor cantidad de turistas y turistas que repiten y recomiendan, también son aquellas con una consistente entrega, de partes de sus ciudadanos, de una ejemplar conducta cívica. Ciudadanos con una clara y auténtica actitud hacia la receptividad, el respeto, el servicio, la honestidad y la empatía. Cuando son posicionadas en el exterior estas marcas - países, previo a cualquier esfuerzo, dedican especial atención a la formación interna, a su identificación con los valores que serán proyectados, para alinear a sus ciudadanos, a liderazgos empresariales y autoridades, con los objetivos y definir roles. Las ciudades [capitales], tienen un rol protagónico en este posicionamiento y sus habitantes son claves. Es hacia estos centros urbanos, donde todos quieren ir en algún momento de su estadía. ¿Y por qué esta reflexión? Porque en nuestro país, que viene avanzando de manera importante en la industria turística, se nos está pasando por alto, el rol de los ciudadanos de la capital [Santo Domingo], y la cuota de imagen por la experiencia vivida en ella, que tenemos en el producto República Dominicana. Exhibirnos como una ciudad de caos, sin reglas, sin respeto a las leyes, sin respeto al peatón, sin respeto por ocupar más de un parqueo en un estacionamiento, sin respeto hacia tirar basura desde el carro, sin respeto a tomar la vía contraria para llegar primero a la esquina, sin respeto hacia sus compatriotas y menos hacia un turista. Sin ningún respeto por nada, ni temor a nada. Tarde o temprano pasará factura a lo que hoy es un componente importante del desarrollo y crecimiento de nuestra economía. El Turismo. Y cuando esta actitud la podemos palpar en los ‘’más educados’’, los que han estudiado, los ejecutivos de empresas, sus hijos, los que andan bien montados, los que más tienen, ahí es que el ‘’gas pela’’. Es decir, ahí es donde se pone nublado el cielo. Y sobre las razones, se podrían hacer libros y listas de culpas y culpables. Pero la verdad es que eso es lo que vemos con más frecuencia de lo deseado. Y una forma rápida de empezar a revertirlo, es mirarse a usted mismo y comenzar a cambiar. Sí usted, que tanto critica y que no cumple lo que pide que cumplan otros. Pero que cuando sale del país, es más educado que Wikipedia. Pedir respeto sin respetar, es un insulto. Se supone que aquellos con una mejor formación, que no necesariamente es educación, son los que deben colaborar para que se consolide una cultura de respeto y de paso, preservar sus intereses en el largo plazo, que son más que los de la mayoría. Un país es atractivo para visitar y para invertir, cuando su gente exhibe y es referida como decente. Súmele a todo esto la crítica destructiva porque sí. Sin argumentos y sin conocer siquiera su víctima. Que en ocasiones es su propio país, porque ‘’nada sirve’’. También la ‘’cualquierización’’ de los temas serios. La chercha y el ralajo-burla de todo y a todos. Somos gente alegre, pero proyectarnos como unos sin contenido, no ayuda. Todo este compartamiento, sobre todo en las ciudades - destinos turísticos, forman parte de las variables que los futuros visitantes ‘’googlean’’, para definir sus vacaciones y/o inversiones.