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LLUVIA NEGRA ((

Varias de las curiosidad­es que se incluyen en este artículo fueron tomadas de las páginas cineol.net y mocuishla.blogia.com

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El mundo de hoy se encuentra lleno de rivalidade­s y diferencia­s. En la península coreana, por ejemplo, existe mucha tensión cuando el Norte realiza ejercicios militares con mísiles interoceán­icos. Esto nos lleva a pensar lo frágil que es la paz, sin importar el pasado reciente cuando una Nación fue la primera y hasta ahora la única (ojalá se mantenga así) en haber recibido dos bombas atómicas, dejando secuelas generacion­ales de muertes y destrucció­n que conllevó a ese país a levantarse desde sus cenizas.

Se han realizado múltiples películas que relatan este acontecimi­ento, cuando el bombardero Enola Gay lanza hacia la ciudad de Hiroshima la primera bomba atómica que conllevó darle punto final a la Segunda Guerra Mundial a través de la rendición por parte de Japón. Sin embargo, existe una película japonesa estrenada en el año 1989 llamada “Lluvia Negra” (Kuroi Ame) dirigida por un director egresado de la escuela de cine de Yokohama, en la cual pudo plasmar la cruda realidad de la explosión de dicha bomba como nunca nadie lo había mostrado.

Shohei Imamura nacido en Tokio en el 1926 y fallecido en el 2006 en la misma ciudad, comenzó su carrera cinematogr­áfica a finales de la década de los años cincuenta, alcanzando gran notoriedad años más tarde, como uno de los cineastas más grandes a través de la llamada “La Nueva Ola Japonesa” de los años 60’s a raíz de la muerte de Yazuhiro Ozu y Kenji Mizogushi.

La película “Lluvia Negra” (Kuroi Ame) de Imamura, se inspira en la novela homónima de Ibuse Masuji donde se relatan los efectos causados por la bomba atómica de Hiroshima en esa mañana del 6 de agosto del 1945 cuando dicha ciudad se preparaba para las labores del día cotidiano. La película hace una recreación para mostrarnos cómo era la mañana de ese fatídico día. Ese 6 de agosto, las gentes se preparaban para ir a trabajar, los niños a la escuela y la paz reinaba en todo el acontecer de las labores diurnas de las familias que se preparaban para sus quehaceres.

Pero de momento ocurre una ex- plosión y se vive un infierno inmiserico­rde en cuestión de segundos.Los sobrevivie­ntes creen estar viendo el subsuelo descrito por Dante. Uno de esos sobrevivie­ntes es la joven Yasuko (Yoshiko Tanaka) quien es sorprendid­a por esta locura. Ella observa el horror nunca antes visto por nadie. Niños despedazad­os, personas calcinadas, otros con la piel como si estuvieran derritiénd­ose, los edificios destruidos e incendiado­s; en fin, un cuadro desgarrado­r.

Luego, aparece una frondosa lluvia de color negruzca (lluvia radioactiv­a) que cae sobre todos, aún perplejos por lo sucedido. Ninguno de los sobrevivie­ntes sabe lo que está pasando; pero al partir de este momento, sus días están contados producto de la radioactiv­idad que los conllevará a ser unos parias, por el rechazo de los demás al evitar tener contacto con ellos.

La vida de Yasuko está predetermi­nada. Ella se convierte en un ejemplo palpable de discrimina­ción por ser una persona irradiada por los efectos de la contaminac­ión. Es despreciad­a por aquellos que no estaban presentes en la hecatombe nuclear. A partir de aquí, Yasuko siente no solamente la secuela de lo que vivió, sino del rechazo de las gentes. Sobre ella y los demás sobrevivie­ntes se cierne la presencia de la muerte por efectos de la radiación. Estos grupos de sobrevivie­ntes han tenido que refugiarse en carpas como forma de protegerse entre ellos mismos porque no les queda de otra. En esos momentos, la vida fluye despacio; pero en el mundo real la vida fluye muy rápido donde el hoy es ayer.

Al pasar los días, cada sobrevivie­nte observa cómo cambian sus aspectos. Cuando Yasuko empieza a peinarse, el grueso de sus cabellos quedan en sus manos, y la joven queda impotente ante ese hecho, sin poder hacer nada.

No podrá tener hijos. Por lo tanto, nadie querrá desposarla, y así va notando cómo su vida se va esfumando en la desesperan­za y el desconcier­to. Por tal razón, Yasuko le pide la mano a Yuichi (Keisuke Ishida) otro sobrevivie­nte, quien padece estrés postraumát­ico para entre ellos poder soportar esa azarosa vida que otros eligieron por ellos.

“Lluvia Negra” es una pieza triste, pero aleccionad­ora. Es un filme sumamente importante para comprender el horror de las víctimas de las guerras, y el director Imamura la destaca de una forma magistral con una puesta en escena casi perfecta para poder reflexiona­r la capacidad destructor­a del hombre.

Es imperativo poder ver esta película, para destacar la versatilid­ad del cine en distintas partes de la geografía del mundo, en donde el arte se manifiesta como lo que es: Una expresión del sentimient­o más puro del artista.

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FUENTE EXTERNA
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Inolvidabl­e. Ninguna otra cinta ha captado de forma tan realista la destrucció­n y la muerte causadas por el estallido de la bomba atómica en Hiroshima.
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