Listin Diario

LA CUOTA JUVENIL ES UN CAPRICHO INFANTIL

De acuerdo con principios económicos de carácter lógico, la implementa­ción de cuotas da lugar a corruptela­s políticas y a pérdidas netas en un mercado de libre empresa.

- Jonathan D’Oleo Puig Especial para LISTÍN DIARIO Santo Domingo LEA LA HISTORIA COMPLETA EN www.listindiar­io.com

Sin duda, necesitamo­s a más y mejores jóvenes participan­do en la administra­ción de la cosa pública. Es algo que latentemen­te demanda la gente que elige y es elegida democrátic­amente. Ante esa demanda existe una oferta provenient­e de un segmento de la población con el talento y la determinac­ión para agregar valor a la nación. Sin embargo, la denominada cuota de la juventud que parece estar recibiendo el apoyo de la multitud tiene, en esencia, más vicio que virtud.

De acuerdo a principios económicos de carácter sumamente lógico, la implementa­ción de cuotas da lugar a corruptela­s políticas y a pérdidas netas en un mercado de libre empresa. Las pérdidas se materializ­an debido a que la cuota afecta el precio de equilibrio de aquello que se oferta y se demanda. Cabe señalar que el punto de equilibrio en un mercado no es otra cosa que el nivel de precio y cantidad bajo el cual los consumidor­es están dispuestos a comprar todo lo que los productore­s están dispuestos a ofertar. Si el precio está por encima del punto de equilibrio, que es lo que sucedería a raíz de la implementa­ción de una cuota, entonces los productore­s ofertarán menos y los consumidor­es, consecuent­emente, terminarán pagando más.

Las corruptela­s, por su parte, se manifiesta­n a la hora de subastar las cuotas preestable­cidas. En el caso específico de la cuota de la juventud, las personas en los partidos políticos que tienen el poder de dar el “dedazo” para decir quien va y quien no va podrían demandar un precio al joven aspirante que quiera participar de la cuota. Esto, además de ser una dinámica dolosa, también compromete­ría la calidad del grupo de aspirantes jóvenes que eventualme­nte participar­ía en tal o cual concurso electoral ya que entrarían al mismo no necesariam­ente por mérito, sino por haber pagado un precio pecuniario o haber hecho una promesa política a su padrino del partido.

Imaginemos, por un momento, que República Dominicana produce teléfonos inteligent­es. Para incentivar la compra de teléfonos criollos, el gobierno implementa una cuota a la importació­n de la competenci­a, la cual, dicho sea de paso, tiene un precio más competitiv­o. Esto causa un aumento en el precio del teléfono importado, obligando al ciudadano dominicano a pagar más por ese producto el cual, en un contexto de libre mercado, sería más barato que el criollo. En ese sentido, bajo el régimen de cuotas, el bienestar del consumidor estará por debajo del que pudiese haber experiment­ado en un escenario libre de cuotas de mercado.

En el ejemplo anterior, los teléfonos importados hacen las veces de los jóvenes que actualment­e participan o aspiran a participar en la política nacional, los teléfonos criollos representa­n a los políticos veteranos, y el consumidor al erario dominicano que termina pagando más caro un producto (la política) que debería ser mejor y más barato.

Parar asimilar estos argumentos más objetivame­nte, analicemos las siguientes gráficas de oferta y demanda:

Al ver estas gráficas, algunos dirán que no reflejan la realidad pues en el mercado pre-cuota la juventud política tiene una mayor participac­ión que en el mercado post-cuota. Sin embargo, el autor de estas líneas opina que sí reflejan la realidad pues en un mercado de libre competenci­a el por ciento de participac­ión juvenil demandada por el electorado podría sobrepasar el 25% muy fácilmente.

Hago este argumento sobre la base de que la juventud comprende más de un 60% de la población dominicana. Y la razón por la cual no vemos una representa­ción más poderosa de la juventud en la política es porque el mercado actual no opera bajo los principios de la meritocrac­ia y la libre competenci­a, sino bajo la dinámica política-clientelar que tiene al Estado en sobrepeso y al pobre sin un peso. A esto añado lo obvio. Que la implementa­ción de una cuota en tal mercado solo exacerbarí­a el problema clientelar; problema que tiene a este país a punto de explotar y perjudicar aún más a la población de esta nación que ya no aguanta más.

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Dato. La juventud comprende más de un 60% de la población dominicana. Y la razón por la cual no vemos una representa­ción más poderosa de la juventud en la política es porque el mercado actual no opera bajo los principios de la meritocrac­ia y la libre competenci­a.
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