El gran cambio de Luis Abinader
Luis Abinader ha dado un gran paso de avance hacia la consolidación de sus posibilidades electorales al dejar de lado la beligerancia extrema contra el gobierno para hacer propuestas concretas de avances e institucionalidad democrática, poniendo distancia con los grupos antisistema.
Por supuesto que la línea opositora de Luis al gobierno y al presidente Medina no ha variado más allá de ese alejamiento táctico del radicalismo añoso que lleva 60 años medrando en la actividad política cada vez más reducido y con menor significancia en la sociedad dominicana. Una ligera observación objetiva a la nueva actitud de Luis aprecia con claridad que aquel discurso beligerante que planteaba, incluso la ilegitimidad del régimen, ha cambiado de forma notoria, y eso le abre un espacio en los sectores más tradicionales de la sociedad que perciben un cansancio de la regencia del PLD, pero que no ven una alternativa viable en el relevo político. En la distancia, el cambio de actitud de Luis se ve, no sólo inteligente sino también oportuno, cuando faltando algo más de dos años para las próximas elecciones, el ciudadano común se muestra descreído del liderazgo político con escasa favorabilidad para los potenciales candidatos de todos los partidos. Y aunque el riesgo del “outsider” --una figura aparecida últimamente en varios países de la región--, está siempre latente en el actual escenario, nadie debe poner en duda que la nueva actitud de Abinader tiende a cerrar esa brecha convirtiéndose en la alternativa que deberá polarizar el electorado contra el oficialismo. En ese escenario, Abinader ha mostrado garras no sólo para atenuar los ímpetus extremistas de sus seguidores en el PRM, sino también para acogerse a las recomendaciones de sus nuevos asesores de imagen --entre ellos Leonardo Aguilera, del Centro Económico del Cibao--, de modificar la beligerancia extrema contra el gobierno.
Doblemente inteligente
La inteligencia de la nueva estrategia de Luis no tiene tanto efecto hacia el interior de su partido como hacia afuera. Pero en ambos casos va en sintonía con lo que sus estrategas entienden debe ser la doble vía en que deberá recorrer la segunda mitad del camino hacia la convención de su partido. De entrada neutraliza una eventual radicalización del gobierno en su contra, lo que favorecería a su contendor interno, Hipólito Mejía. Está claro que el presidente Medina y el PLD preferirían como candidato del PRM a quien no ponga en riesgo su estabilidad en caso de una derrota electoral en 2020. Pero, además, está demostrado que las posiciones extremas no reditúan y que al contrario, crean desconfianza en el electorado. Un ejemplo que tienen a manos los dirigentes del PRM es el caso de David Collado que ganó la alcaldía de Santo Domingo contra todos los pronósticos en base a una campaña positiva en la que no criticó nunca a su contendor Roberto Salcedo, que lucía imbatible.
El cambio notable de Luis
Luis ha cambiado en muchos aspectos… Ha morigerado mucho su discurso antigubernamental sin dejar atrás las críticas que como líder opositor le corresponde en esta fase del proceso. Pero también ha mejorado mucho su cercanía con la gente, luce más sencillo y humilde y compenetrado con las bases de su partido. Paralelamente, se ha acercado a grupos y figuras independientes y sin desdeñar al liderazgo de Marcha Verde ha llegado a darse cuenta que ese litoral político va en decrecimiento, y al final del camino se convertirá en su más fiero contradictor electoral. Esta última posición, posiblemente, sea la más audaz del paquete de sugerencias que se le hicieron a Luis y que Luis finalmente asumió. En contraposición, el potencial candidato perremeísta ha llamado a una alianza nacional para corregir entre todos los grandes entuertos de la sociedad dominicana, no sólo políticos, sino en todos los aspectos.