Dar gracias a Dios
Lo he dicho muchas otras veces: no soy fanático religioso y no tengo vocación para serlo ni siquiera en este momento extremo en que me ha colocado la vida. Soy católico sin militancia y en mi adolescencia tuve tanta convicción que hasta llegué a ser monaguillo. Mi formación jesuita me acercó a la Iglesia y la Religión fue materia básica en mi educación inicial.
Más bien abomino por igual de los fanáticos que aquí en los Estados Unidos crean denominaciones religiosas para engañar a incautos y vivir del fanatismo estridente que se expresa en calles y esquinas anunciando la llegada inminente del Mesías para luego vender arrepentimiento pasando el sombrero. En lo que sí creo es en el poder de la oración, en la energía positiva que es capaz de irradiar la oración reflexiva para orar, rezar, suplicar a Dios, pedirle, invocarle, implorarle, deprecarle, clamarle…. Cual que sea la definición con que se busque ayuda para un prójimo con salud en dificultad extrema. En mi caso, puedo dar testimonio de que esas oraciones, las misas por mi salud, las invocaciones al Señor, tuvieron efecto positivo. Y eso me compromete a ser mejor ciudadano y actuar con mayor lealtad ante Él y sus Palabras.
Sin fanatizarme, pero siguiendo los lineamientos del Todopoderoso, como me pidió la colega Alicia Estévez cuando comenzó todo esto: dejar siempre entre los demás este testimonio milagroso.
Las palabras de Cemyr
Cemyr Medina Pichardo es mi hijo varón más pequeño: tiene 27 años recién cumplidos y me acompaña con todo su amor y fervor religioso en esta dura jornada por mi vida en Nueva York. Cada día al levantarse reúne a la familia para rezar unidos.
Ayer, horas después del favorable diagnóstico médico, nos tomamos de las manos y Cemyr pronunció estas palabras para darle gracias a Dios: “Amado Dios: Hoy me presento ante Ti, no para pedirte algo más de lo que ya me has dado, sino para agradecer que eres un Dios bueno y bondadoso. Me regalas la vida, me das talentos y virtudes y día tras día llenas mi vida de hermosas bendiciones. “Señor, hoy te doy gracias por mi cuerpo, por el agua que tomo, por los alimentos, por la ropa que me viste y por todo lo que Tú me das. “Gracias por mis seres queridos, por mis amigos, mis vecinos, mis compañeros de trabajo, y también gracias por mis enemigos; te pido que a ellos les enseñes que el perdón es un acto de amor para uno mismo. “Gracias Dios por todas las cosas maravillosas que llegan a mi vida, gracias a Ti porque Tú todo lo puedes, gracias por despojar de la desesperanza y las tristezas, sanándome desde lo más profundo de mi alma. “Gracias también por proteger a las personas que amo y caminar con ellas, llevándolas por sendas de amor y bienestar.
Un Dios lleno de amor
“Amado Dios, te doy las gracias por este día, y te agradezco a cada instante porque eres un Dios lleno de amor, gracia, e infinita bondad.
Por favor mantenme siempre seguro, aléjame de todo peligro, líbrame de todo mal, protégeme de los enemigos y de las tentaciones, pues yo estoy dispuesto a dar todo de mí para poder ser útil a Ti y a tu obra. Tú siempre estarás en mi vida.
“Permíteme estar alerta ante todo mal que se me presente y enséñame a escucharte siempre, pues tus sabios consejos son el norte que mi vida necesita.
“Y así como por tantos años me has colmado de bendiciones, espero poder seguir contando con tu presencia divina.
“Mi vida es para servirte a Ti Señor. Dame la dicha de servirte y permíteme seguir dando testimonio de tu bondad al mundo.
“Esta es mi oración de agradecimiento, y aunque nace desde lo más profundo de mi corazón, las palabras no bastan para demostrarte mi amor y mi fidelidad, Amén”.