CARLA, LA JUSTICIA QUE TARDA
No hay explicación convincente para mantener en un limbo jurídico el caso del asesinato de la niña Carla Massiel Cabrera, desaparecida el 25 de junio de 2015, cuyo verdugo confesó el hecho y reveló a las autoridades el lugar donde había escondido su cadáver, el que fue descubierto en agosto de 2016.
Con estos elementos contundentes de prueba, sin embargo, el tribunal apoderado del caso ha dispuesto 10 reenvíos de la causa, sin entrar en el fondo.
El último de ellos ocurrió el miércoles, aunque la jueza Juliana Morfa Ramírez, que ha presidido seis de las diez audiencias, dijo haber estado suficientemente edificada sobre el crimen. En lugar de proseguir, pidió que el caso lo derivaran a otro tribunal.
Si la jueza está suficientemente edificada ¿qué impedía tomar la decisión de ordenar entrar al fondo?
Si el asesino confesó todo lo relativo al rapto, violación y muerte de Carla Massiel y, además, dio pistas seguras a los investigadores del lugar donde enterró su cuerpo al que, según su relato, le habrían extraído algunos órganos, ¿qué otros elementos de prueba faltarían para enjuiciarlo y aplicarle la debida sentencia? Estos reenvíos lucen, por tanto, sospechosos. Ponen de manifiesto que alguna razón poderosa, alguna presión extrema de no se sabe cuál fuente, estaría creando las condiciones para demorar el juicio de fondo o para que no se llegue nunca a él, mediante las consabidas triquiñuelas que se admiten en el proceso. Es una pena que para purgar el castigo de la ley por este asesinato de una niña inocente e inofensiva, la justicia dominicana haya sido tan elusiva, timorata y lenta. ¿Cómo convencer al país de que crea en ella si para un caso de fácil dilucidación lo tiran de un lado para otro, con reenvíos injustificados, como si fuera una pelota de ping pong, al igual que muchos otros donde francamente se incurre en justicia denegada?