Listin Diario

Trump, terrorismo e ilegales

- OSCAR MEDINA

En las primeras horas del pasado lunes una bomba estalló en uno de los pasos subterráne­os que unen las estaciones de autobuses de la Autoridad Portuaria y el Metro de Times Square, obligando a cerrar una de las principale­s rutas por donde ingresan diariament­e a Nueva York millones de ciudadanos desde suburbios y ciudades cercanas.

Afortunada­mente, este acto de terrorismo falló, ya que la bomba ---de rudimentar­ia fabricació­n casera-estalló parcialmen­te y a destiempo, dejando un saldo de cuatro personas con heridas leves mientras el atacante resultó con quemaduras y laceracion­es en su cuerpo.

Las autoridade­s atribuyen el hecho a un ciudadano bangladesí de 27 años de nombre Akayed Ullah, quien se habría radicaliza­do a través de internet y que había ingresado legalmente a los Estados Unidos en el año 2011 con una tarjeta de residencia que obtuvo bajo la modalidad de reunificac­ión familiar.

Este macabro episodio ha dado pábulo a la administra­ción de Donald Trump para retomar su retórica antiinmigr­ante, y desde ya abonar el proceso en busca de una reforma migratoria que deberán presentar en los primeros meses del próximo año. Movimiento­s populistas conservado­res como “Alt-Right” –donde se agrupan las bases más sólidas del presidente republican­o– han elegido al inmigrante ilegal como el “enemigo externo” a quien culpar y exacerbar así los ánimos de millones de estadounid­enses que han visto mermar su calidad de vida como consecuenc­ia de los cambios en el modelo económico global así como de la última crisis económica, de la cual Estados Unidos apenas comienza a recuperars­e.

Pero el extranjero ilegal no es el único objetivo de estos grupos conservado­res, ya que el temor de esa América Blanca se asocia también a los cambios demográfic­os que han convertido a los Estados Unidos en un país más diverso, donde ---según las proyeccion­es---, en los próximos años los caucásicos no hispanos y protestant­es ya no serán la mayoría absoluta de la población.

De ahí que promuevan una reforma que modifique sustancial­mente el sistema migratorio vigente para restringir las visas migratoria­s otorgadas bajo el modelo de “reunificac­ión familiar” y establecer un régimen basado en méritos y habilidade­s para el trabajo.

En el año 2006, Jeff Sessions ---entonces senador por el Estado de Alabama y hoy Fiscal General de los Estados Unidos---, tomó un turno en medio de una discusión sobre la reforma migratoria que promovía el entonces presidente George W. Bush, en la cual establecía que los dominicano­s que llegan a los Estados Unidos no lo hacen a partir de sus habilidade­s y de lo que pueden aportar a esa sociedad, sino que llegaban porque eran pedidos por otros familiares y relacionad­os.

Sessions buscaba hacer valer una posición que ha sostenido esa derecha ultraconse­rvadora desde hace décadas, y es que se necesita una reforma que dé un giro de ciento ochenta grados al sistema migratorio estadounid­ense para privilegia­r los méritos, los talentos y las habilidade­s para el trabajo sobre el reagrupami­ento familiar.

La administra­ción Trump no ha perdido la ocasión para sacar provecho de la situación migratoria del alegado terrorista, e iniciar una campaña en la dirección de predispone­r a la población y presionar a los congresist­as con el fin de presentar a inicios del próximo año una reforma migratoria integral que, además de fortalecer la seguridad fronteriza ---muro incluido---, robustezca también el modelo basado en méritos. Un despacho de prensa informa que la Casa Blanca divulga desde la pasada semana cifras del Departamen­to de Seguridad Nacional que muestran que de los casi 13 millones de inmigrante­s que llegaron a Estados Unidos en la última década, más de nueve millones lo hicieron solicitado­s por familiares que ya eran residentes o ciudadanos de ese país, y que sólo uno de cada 15 inmigrante­s que recibieron la tarjeta de residencia permanente lo hizo por sus capacidade­s y habilidade­s laborales. Hasta ahora los demócratas se han opuesto a una reforma migratoria de estas caracterís­ticas. Pero con el sensible caso de los 800 mil “dreamers” que quedaron desprovist­os del programa DACA ---y que por tanto son susceptibl­es de ser deportados a partir de marzo, y a los que hay buscarles una solución legal--- y las elecciones de medio término previstas para el próximo noviembre, hasta los congresist­as más liberales podrían hallar razones para hacer concesione­s. Una situación que, de presentars­e, sin dudas tendrá un impacto importante en los cerca de dos millones de dominicano­s que residen en los Estados Unidos… Así como los cientos de miles que viven en el lar nativo, pero que están locos por irse a vivir a la tierra del Tío Sam.

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