¿En Navidad a quién esperas?
La Navidad es la época perfecta para trazarnos metas, para comprometernos con nosotros mismos a ser mejores seres humanos, para perdonar, llenarnos de fuerzas y seguir, para amar, para agradecer, para soñar…, los niños no están exentos de la ilusión propia de la fecha y esperan con ansias la llegada de la temporada. La ciudad se viste de luces y música, nuestra casa se engalana con los colores de la época, preparamos nuestro closet para los encuentros, pero, en la mayoría de las ocasiones, olvidamos preparar el corazón. Confieso que no soy una asidua visitante de la iglesia, aunque respeto los mandamientos, alimento mi espíritu y fortalezco mi fe. Estoy consciente y segura de que la verdadera esencia de la Navidad nada tiene que ver con las celebraciones y los regalos, y aunque el ambiente se hace propicio para compartir, lo realmente vital de esta fecha es que seamos capaces de detenernos a reflexionar sobre la necesidad de dejar que el niño Jesús renueve nuestro corazón. Repasando los recuerdos que conservo de la Navidad, guardo pocos sermones de algún sacerdote de la parroquia, no pertenecíamos a ninguna comunidad específica, ir a la iglesia era solo un paseo de domingo, pero crecí con unos padres incapaces de dañar a su prójimo, nunca escuché a mi madre hablar mal de otra persona. En la historia que rodeó mi Navidad, aparecen mis padres compartiendo lo poco o mucho que teníamos con los vecinos, trabajando arduo y honesto cada día. ¿Acaso no es ese el sentido de la vida? Vivir y convivir sin dañar a quienes nos rodean. Sin duda la mejor manera de recibir la Navidad es cultivando la paz interna. Con pena he escuchado como los niños a quien esperan en esta época es a Santa Claus, cargado de objetos materiales, perdiéndose la maravillosa oportunidad de conocer el milagro del nacimiento de Jesús. De alguna manera los padres nos hemos convertido en cómplices de la distorsión cada vez que damos prioridad a las cosas banales frente a la espiritualidad.
El tiempo de Adviento, que para los católicos significa “esperar al que viene” invita a repasar el camino de la salvación, preparándonos para seguirlo; el recuerdo de los hechos históricos que narran como Cristo se hizo hombre para salvarnos, reafirma la fe. La alegría de saber que Dios viene de nuevo a nosotros, nos llena de Esperanza. En pocos días será Navidad y muchos tendrán comida para guardar, otros, que lamentablemente son la mayoría, no tendrán un pan para compartir con sus seres queridos. Algunos estarán felices rodeados de la gente que aman, otros estarán tristes y solos, quizá abandonados en la calle o algún asilo.
No se trata de que en una noche cambiemos el mundo, mi propuesta para esta semana es que reflexionemos sobre la verdadera esencia de esta fecha, y si logramos hacer que al menos una persona sonría y otra reciba nuestra solidaridad, ya estaremos preparando nuestro corazón para recibir al niño Jesús... ¡Feliz Navidad!
¡Hasta el lunes!