BÁRBAROS EN LA OMSA
Con toda la arrogancia del mundo, un chofer de la OMSA, que circulaba en un carril que correspondía a un paso a desnivel, se detuvo en medio de la vía, se desmontó del vehículo, retiró los conos divisorios y retomó el trayecto por el carril de mayor velocidad de la avenida, a la vista de todos.
En esta sola escena concurren tres elementos que tipifican un desfachatado y prepotente incumplimiento de la ley y de sus códigos de conducta que son comunes, para colmo, en la mayoría de sus compañeros de la OMSA y de los demás sindicatos del transporte público de pasajeros. Una es la violación de la norma que obliga a los autobuses a circular por los carriles de la derecha. Otra es el abuso de detener y entorpecer el libre tráfico de los demás vehículos desde dos carriles donde no le correspondía estar. Y tercero, violentar el dispositivo establecido por la Autoridad Metropolitana de Transporte para evitar, justamente este tipo de maniobras, en avenidas de denso tráfico.
Solo porque esta truculencia se hizo visible en un video en las redes sociales, y ante la decisión de la AMET de proceder ante el infractor, la OMSA decidió despedirlo ipso-facto. Lo correcto. Pero falta más.
Falta que este hecho sirva a la OMSA para imponer estrictas normas de conducta a sus choferes que, con raras excepciones, actúan como unos bárbaros del transporte, violando límites de velocidad, semáforos en rojo, circulando por carriles autorizados y poniendo en riesgo la vida de los pasajeros, hacia los cuales no dispensan trato respetuoso y cortés. La OMSA tiene que depurarse y expulsar a todos los que manejan autobuses de un sistema que pertenece al Estado, regido por una ley que todos debemos respetar, como si fueran autónomos prevalidos de impunidad para hacer y deshacer a su antojo las reglas del tránsito en las vías públicas.