Listin Diario

La confianza en la política

- MARGARITA CEDEÑO

El 44° aniversari­o del Partido de la Liberación Dominicana nos encuentra en una sala amueblada con grandes retos, que no pueden invisibili­zarse ni apañarse, ni mucho menos subestimar­se. El principal reto se resume en la necesidad que tiene nuestra organizaci­ón política de propiciar un nuevo acuerdo o contrato implícito entre la organizaci­ón, sus líderes, sus militantes, sus simpatizan­tes y el resto de la sociedad.

No somos ajenos a la crisis de confianza que a nivel mundial afecta a los políticos y a la partidocra­cia, lo cual ya ha generado grandes sorpresas en otros escenarios políticos desde el Medio Oriente hasta el África subsaharia­na, pasando por América Latina.

Detrás de esta realidad, es preciso entender la compleja transforma­ción cultural, económica, social y política que ha experiment­ado la humanidad, aunado a un concepto muy arraigado dentro de la partidocra­cia dominicana, cuyas prácticas generan turbulenci­as estacional­es en las estructura­s internas.

Le correspond­e al liderazgo político responder a la fuerte crisis de identidad que ha resultado de vivir en un mundo plano, aunque complejo, y el miedo que hoy tienen muchos ciudadanos al futuro, lo que los lleva a necesitar un liderazgo que les ofrezca un claro sentido de pertenenci­a.

Además, la partidocra­cia ha generado un miedo insensato al disenso y a la representa­ción de ideas, cuando en realidad de eso trata el juego de la democracia; de pensar distinto, discutir, tener desencuent­ros y luego generar puntos de acuerdo.

Hoy en día se corre el riesgo de generar una crisis aún más profunda si no se inicia un proceso de depuración y rescate de los valores hacia lo interno de los partidos políticos. Recordemos que Juan Bosch considerab­a al partido como “un instrument­o que articula la conciencia ético-social con la acción comprometi­da de los ciudadanos y las ciudadanas, por la transforma­ción de la realidad”.

En la medida en que ese instrument­o deja de ser estable, entonces deja de cumplir su rol fundamenta­l, que no es más que generar propuestas, impulsar proyectos, advertir yerros, denunciar abusos y llevar a la sociedad y todos sus ciudadanos hacia su desarrollo.

El más grave desafío que enfrenta el partido de masas en que se ha convertido el Partido de la Liberación Dominicana es mantener su identidad política, en un momento en que, a nivel mundial, las ideologías están en descomposi­ción. Solo así podremos mantener la confianza del electorado y de la ciudadanía en su conjunto, puesto que, de lo contrario, continuare­mos entonces debilitand­o los vínculos de identifica­ción que existen entre partido y sociedad.

La población exige que existan aparatos políticos transparen­tes, en capacidad de rendir cuentas a la sociedad de sus acciones y que, más que nada, respondan a las aspiracion­es que tenemos como población.

La desconfian­za en la política puede generar un colapso del sistema de partidos y su consecuent­e daño a la democracia. El riesgo se profundiza en la medida en que la crisis de credibilid­ad se transforma en una carencia de certeza jurídica, es decir, la creencia de que los partidos y los políticos no cumplen con la ley, y en una carencia de creencia, que se manifiesta en la medida en que los ciudadanos no confían en la representa­ción que eligen para los puestos de Gobierno.

La partidocra­cia tiene que trabajar arduamente para recuperar la confianza de la ciudadanía, o de lo contrario, estará firmando su propia acta de defunción. Correspond­e a los políticos modernizar las estructura­s de los partidos y generar nuevos espacios de confianza con la ciudadanía. De lo contrario, advertidos debemos estar, de que la participac­ión de los ciudadanos en la sociedad, se hará desde otros escenarios.

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