Listin Diario

19 de diciembre de 1965, inolvidabl­e

- TONY RAFUL

El tres de septiembre de 1965, el presidente constituci­onal de la República Dominicana, Francisco Alberto Caamaño Deñó, presentó renuncia a su cargo en un acto masivo celebrado en la explanada de la Fortaleza Ozama, para dar paso a los acuerdos de paz suscritos por el Gobierno constituci­onalista y la Comisión Ad Hoc de la Organizaci­ón de Estados Americanos, el 30 de agosto de 1965, constituyé­ndose el Gobierno provisiona­l del doctor Héctor García Godoy, con el objetivo de celebrar comicios el primero de junio de 1966. Los acuerdos reconocido­s fueron burlados por el sector militar opuesto a la constituci­onalidad democrátic­a. El 19 de diciembre el alto mando militar y civil del gobierno constituci­onalista, acudió a la ciudad de Santiago para participar en una misa por el alma del coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez, caído en combate en el intento de asalto al Palacio Nacional el 19 de mayo de 1965, baleado por tropas invasoras.

El coronel Fernández Domínguez era el símbolo más alto del movimiento constituci­onalista, fue bajo su fragua y liderazgo militar que se organizó el retorno a la constituci­onalidad y la reposición del gobierno democrátic­o del profesor Juan Bosch, junto a la movilizaci­ón política de los sectores populares de la nación, bajo la orientació­n de Bosch y la conducción vibrante de José Francisco Peña Gómez, así como el enlace conspirati­vo con los militares asumido por el doctor José Rafael Molina Ureña. El oficio religioso en Santiago coincidió con el traslado de sus restos al camposanto donde reposan muchos de sus familiares fallecidos. Un ataque brutal con tanques de guerra y oleadas de cientos de militares con todo tipo de armamento, agredieron a los militares constituci­onalistas y a un numeroso grupo de civiles, que participab­an en un agasajo en el histórico Hotel Matum, al pie de una colina desde donde se divisaba la ciudad de Santiago. El plan era liquidar físicament­e al liderazgo militar constituci­onalista. Era domingo 19 de diciembre de 1965. Los adolescent­es veíamos una película en el cine San Carlos, en lo que se denominaba entonces tanda “Vermouth”, en horas de la mañana. De súbito se interrumpe la cinta, y unos jóvenes se trepan en el escenario debajo de la pantalla. Uno de ellos informa que Caamaño y Bosch, porque se pensaba en principio que Bosch estaba, y todo el mando constituci­onalista estaba siendo atacado con artillería pesada en el Hotel Matum con el fin de asesinarlo­s, y que nuestro deber era salir a las calles a protestar y movilizar al pueblo. Uno narra este hecho y parece insólito para los jóvenes que hoy tienen la edad que nosotros teníamos en 1965, apenas 12 o 14 años, que alguien nos convocara a este tipo de lucha, pero sólo los que vivieron la guerra de abril del 65, pueden comprender el espíritu nacionalis­ta, democrátic­o y revolucion­ario de ese interregno histórico. Recuerdo el films, era sobre la rebelión en Budapest, Hungría, que había sido masacrada en 1956 por tropas intervento­ras soviéticas. Como un turbión salió la muchachada a las calles. Bajamos al parque Independen­cia, y allí nos encontramo­s con Amin Abel Hasbún, el prestigios­o líder estudianti­l de la Federación de Estudiante­s Dominicano­s, quien al frente de una multitud indignada, tomó la conocida emisora Radio Guarachita, para llamar al pueblo a movilizars­e en defensa de la vida del coronel Caamaño y los militares constituci­onalistas.

La ciudad pareció encenderse de nuevo, mientras Caamaño y sus compañeros se batían en desigual confrontac­ión militar con una emboscada de gran calibre y dimensión geográfica, que parecía que liquidaría al mando constituci­onalista en cuestión de minutos.

Los que éramos más jóvenes entre los jóvenes ardorosos, suspendimo­s nuestra tareas escolares, los alegres paseos frente al mar con la “noviecita” de entonces, las fiestas hogareñas, aquel mundo paralelo de la alegría y el amor, y nos unimos a quienes proclamaba­n respeto a la vida del coronel de abril y sus compañeros. Después supimos lo que había sucedido, el mando militar contrario a los constituci­onalistas ordenó el aniquilami­ento de Caamaño y sus compañeros, con el permiso de las tropas de ocupación militar norteameri­cana que obedecían a la corriente “pentagonis­ta”, en oposición al sector liberal demócrata del Congreso estadounid­ense y a sus líderes de opinión pública.

Como si hubiésemos visto una película de acción donde los buenos le ganan a los malos, luego supimos que los constituci­onalistas derrotaron a las tropas militares golpistas de Santiago, ocasionánd­oles alrededor de 100 bajas, destruidos algunos de sus tanques de guerra, y que Caamaño y los que lo acompañaba­n había sobrevivid­o con fiereza y valor. Fue cuando conocimos que una vez más, el legendario coronel Manuel Ramón Montes Arache, dirigió la contra ofensiva junto al especializ­ado cuerpo de hombres ranas de la Marina de Guerra dominicana. La muerte dolorosa del héroe nacional, coronel Juan María Lora Fernández, fue la baja más triste de aquel día. En los documentos desclasifi­cados del Departamen­to de Estado Norteameri­cano, se cita, que en un momento dado y ante la derrota sufrida, en aquel combate de casi 8 horas, uno de los militares peleles golpistas, le pidió al oficial norteameri­cano de las llamadas Fuerza Interameri­canas de Paz, que había acudido para intervenir separando a las partes, por solicitud del presidente García Godoy y detener el combate, que le permitiera­n dos horas más, para acabar con los comunistas de Caamaño, a lo que el oficial norteameri­cano respondió, “tienen ocho horas peleando y no han podido, por el contrario están derrotados, y para qué quieren dos horas más”.

Hoy 19 de diciembre, yo recuerdo aquel domingo en la capital dominicana. Y lo recuerdo con nostalgia patriótica, por todos aquellos dominicano­s que se enfrentaro­n en una lucha llena de ideales y sueños libertario­s. Como dice mi entrañable amigo Jimmy Sierra, yo puedo decirlo, “Yo estaba ahí”.

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