Sociedad alternativa
En nuestro país existe un desprestigio del diálogo y la concertación, produciendo una actitud que ha creado la impresión de que solo las autoridades generalmente reaccionan cuando existe el desorden y la protesta, o sea predomina el reinado de los revoltosos para conseguir los logros comunitarios, observándose que muchas veces en la espalda de ellos están influenciados por personas que quieren sacarle provecho de ventajas políticas.
No debemos pasar por alto las actuaciones racionales recientes producida en España en el escenario de la región de Cataluña y analizar las secuelas de violencia como resultado cuando el diálogo fracasa y el antagonismo triunfa. Este comportamiento racional de los seres humanos es uno de los postulados fundamentalmente característico cuando existe el descontento colectivo aunado por rencores ancestrales.
Si extrapolamos la situación a nuestro país nos lleva a conducir una contradicción directa: Algo es verdadero y al mismo tiempo falso. Tendríamos que analizar los diferentes eventos, de manifestaciones públicas, empezando a desarmar el lenguaje, para sacar a la luz su lógica subyacente. Por tal razón debiéramos hacer un viraje de ángulo completo para empezar una sociedad alternativa, que debería iniciarse por los famosos ex gobernantes pasados y presentes, profesionales, religiosos; en otras palabras, implicarnos todos llevando un poco de dignidad en cada rincón donde nos desenvolvemos en nuestra vida cotidiana. Hay que evitar que las aguas se desborden y nos arrastren a todos.
Todos estos factores que acabo de enumerar cultivan el sentido de generar confianza, mejorar la calidad del capital humano, construir un clima social sosegado, alejado de las luchas de clases y terminar las recetas redistributivas que han arruinado decenas de países.