LA GENTE ESTÁ VIVIENDO EN UN MUNDO DE ETIQUETAS SOCIALES
“Creo que este libro no es para todo el mundo. Probablemente aquellos que están en la cima de su carrera y con el viento a favor no verán muy pertinente estas sabias y valiosas palabras. Pero si, para aquellos que estamos tocando fondo, que no encontramos respuestas para nuestras situaciones difíciles, que hemos clamado a Dios por un milagro y no hemos obtenido respuestas todavía. Leonardo nos presenta con mucha sensibilidad y claridad lo que ocurre en nuestros corazones, y la sabia, amorosa y poderosa obra de Dios en nuestro interior”.
Con esta introducción, el conocido pastor Rafael Montalvo inicia el prólogo del libro “El poder de la debilidad”, obra escrita por el también pastor Leonardo Ramírez Pérez, durante la puesta en circulación del texto en un acto donde se dieron cita ministros de diferentes denominaciones cristianas, así como personalidades del mundo secular.
La obra parece ser un testimonio de vida del pastor Ramírez Pérez, y como lo describe la pastora Yira de los Santos, “el autor es un hombre íntegro que no teme presentarse tal cual es en cualquier ambiente que se desenvuelva”.
“Si tuviera que poner en una frase la enseñanza de este libro, utilizaría un dicho dominicano que dice ‘De cualquier yagua vieja sale tremendo alacrán’. No hay nada que no puedas lo- grar por el poder de Dios, quien te sustenta”, expuso De los Santos.
Motivación
La obra cuenta con 106 páginas y tiene un rico contenido que puede servir de motivación para aquellas personas que en algún momento se han sentido indefensos ante las variadas circunstancias de la vida.
El autor destaca aquel pa- saje bíblico registrado en segunda de Corintios 12: 7 al 9, en una de las tantas ocasiones que Cristo se revela al Apóstol Pablo y que dice: “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltasen desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera, respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor que lo quite de mí. Y me ha dicho: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”.