A las puertas del 2018
El 2018 toca a la puerta en pocas horas. Se lleva un 2017 que anduvo de prisa, cundido de desalientos y escándalos, de sangre inocente, de impunidad y, por supuesto, de los desmanes de Trump. También fue el año de una marea verde que devolvió la fe en la resistencia ciudadana. Dentro de poco estrenaremos 365 nuevas oportunidades para construirnos. Para edificar desde dentro, desde fuera. Dice Mafalda que no es el año que debe cambiar sino nosotros. La longeva muchachita tiene razón. Si queremos cambios, empecemos por disciplinarnos, por sacudirnos, por superar la desidia. Tomemos este 2018 con esperanza. Y agarremos una escoba nuevecita para barrer la cultura de corrupción e impunidad que se empotró en la piel dominicana. Además, urge mirar no solo la paja en ojo ajeno. Acerque su vista a los pequeños robos que suelen resbalarnos por tratarse de gente amiga o cercana. Comencemos por hacer en vez de criticar. Y alejarnos de gente amarga que solo vomita reproches y nunca colabora. Que este 2018 no tenga varitas mágicas porque no pedimos apariciones. Lo que si agradecemos son acciones, emprendimientos, menos burocracia y lobbismo. República Dominicana requiere desaparición, si, pero de botellas y de los sobornos que se tragan buena parte del erario.
Al alma dominicana le haría bien un equilibrio en las noticias, un permiso para que aflore la bondad y la honestidad de la gente que construye con el ejemplo. También aprender a vivir después de una ruptura y no creernos dueños del otro o de la otra para evitar tanta sangre derramada (erradamente) en nombre del amor. Y sí, se agradece dejar de embullarnos con el pleito entre morados, que terminarán entendiéndose como súbditos de la misma logia insaciable del dinero que da el Poder y viceversa.