La Copppal del siglo XXI (III)
Estos procesos de cambios que alterarán o modificarán la dinámica de la sociedad global, vendrán acompañados de los viejos problemas que se desprenden de la lucha por el poder y, como consecuencia, seguirá existiendo la lucha encarnizada por el control de los recursos naturales y los mercados, lo que nos llevará a enfrentarnos a las fuerzas hegemónicas que seguirán atentando contra nuestras soberanías, por lo que el sueño por la unidad latinoamericana tendrá que renovarse sobre la base de reinventarnos, de revisar nuestro modelo económico y educativo, creando nuevas generaciones de innovadores y ciudadanos con sensibilidad por las artes y la cultura, no simples consumidores, porque solo con esta combinación avanzaremos de forma sustentable hacia el bienestar de nuestros pueblos.
Mirar el futuro, comportarse como una organización del siglo XXI, no es entregarse a los que pretenden diseñar la agenda latinoamericana en beneficios de sus propios intereses, bajo la presión de los grandes medios corporativos que responden a los predicados de los circuitos globales empresariales, que reprenden, castigan y pretenden avergonzar a los que no siguen sus recetas, siempre inspiradas en el despojo. Es necesario entender que los viejos problemas se presentan con nuevas formas, siendo en esencia lo mismo, podríamos decir, que tienen fenotipos diferentes con genotipos iguales.
Nuestros documentos fundacionales insisten en la construcción de una sociedad más justa y para ello debemos de crear alianzas estratégicas en nuestra región, en el que políticos, trabajadores, intelectuales, y empresarios progresistas, comprometidos con nuestra patria grande, que tengan conciencia de que deben actuar en su dinámica empresarial con responsabilidad social, porque solo ella pudiera crear el círculo virtuoso de ganar/ ganar para romper con los círculos de pobreza que hacen de nuestra región la más desigual del planeta.
Las consignas no resuelven los problemas de la sociedad, podrán ayudar a levantar banderas de luchas, a construir trincheras, pero nunca contribuirán al bienestar, porque para ello se necesita producir riquezas, sobre la base de la inversión, la cooperación y las alianzas estratégicas. Si no se producen riquezas no se pueden repartir riquezas, y aunque suene pragmático y desideologizado “lo importante no es de qué color es el gato, sino que cace ratones” como dijo el gran líder reformador chino Deng Xiao Ping, quien entendió el papel de la economía en el empuje de su país, acción que le abrió el camino al gigante asiático hacia la conversión de una potencia económica que reparte riquezas a sus ciudadanos, los que comienzan a tener, como ellos mismos dicen “una vida modestamente acomodada”.
Por ver en perspectiva la agenda, las demandas y sueños de la Copppal, el compañero Antonio Cafiero, pasado presidente de nuestra organización, siempre de la mano de Gustavo Carvajal, buscó acercamiento con los partidos políticos asiáticos agrupados en la Conferencia Internacional de Partidos Políticos de Asia (ICAPP) por sus siglas en inglés, acción que extendimos hasta el continente africano al colaborar con la formación del Consejo de Partidos Políticos de África (CAPP) también por sus siglas en inglés, en un esfuerzo por iniciar un diálogo político que desemboque en estrategias de negocios e inversiones con la visión de poner al ser humano como centro de estas acciones a los fines de alcanzar sociedades prósperas y justas.