¡Hoy es tiempo para el cambio!
El presente que vivimos es fundamentalmente excitante e importante; toda vez que es un tiempo diferente, porque convergen en el centro del planeta dos corrientes. Una decadente (Piscis) y su gama de exitosas experiencias y desarrollo; porque esta marcó el advenimiento del Mesías, Jesús, y con ello, trajo el germen crístico, que se implantó en el suelo planetario y en la conciencia ya individualizada en el hombre, para que este último viviera su pródiga enseñanza de amor, servicio y perdón. La otra corriente, que es incipiente, penetrante y nueva (Acuario). Tiene esta una oscilante vibración de liberación y transformación de los estamentos psicofísicos de la Tierra y su humanidad para hacerla más espiritual.
Es obvio que la conjunción lineal de estas dos corrientes con sus expectaciones de grados, y diferenciados en vibración, trae como consecuencia, conflagraciones de toda índole, tanto a nivel planetario, como de conciencia individual y colectiva; afectando sobremanera, los estados anímicos y conductuales en el ser. Por tanto, es preciso que el hombre se inhiba de seguir produciendo condiciones anormales en sus procesos de crecimiento o transformación. Es necesario, además, que drene los excesos que les son tóxicos y dañinos a su estructura anímica y física. De forma tal, que debe replantear o variar todos los modelos que tienen como diseño malas conductas, erráticos pensamientos, e innobles sentimientos. Alrededor de los cuales, se identifica la personalidad inferior y distorsiona la entidad divina, base fundamental de su existencia.
Se observa que con un llamado constante se le pide al hombre que cambie. Que transforme esos patrones de vida. Armonizando y reestructurando su interior con el conocimiento de sí mismo, y con la aplicación de los valores que se fundamentan como principios de convivencia fraternal en el concierto de vidas y sus productos.
Hoy, y como consecuencia de las variables a organizarse en un mundo nuevo, el hombre ha de sutilizar su vibración con el amor y el servicio al prójimo, para hacerla acorde a la vibración del momento. La cual tiene, y hace sintonía con el grado de espiritualidad inminente a manifestarse, y que será regente, como su principio de valor universal.
Con esto se obtendrá armonía con su código de paz, y de esa paz la felicidad por tanto tiempo deseada, buscada y prometida por grandes maestros espirituales que han venido organizando y rediseñando con sus enseñanzas y sus vidas, que al hombre le es posible vivir con el concordato de las leyes universales y de vida, cuando existe voluntad, decisión y esfuerzo para ello.
Por tanto, ¡hoy! es propicio el tiempo para rehacer y reestructurar los programas de vida con nuevas expectativas de crecimiento y de desarrollo para lo que se avecina, el cual será altamente promisorio para el Ser, mundo y conciencia.