Listin Diario

La epifanía del señor

- MARUCHI R. DE ELMÚDESI Para comunicars­e con la autora melmudesi@hotmail.com

Comienza un nuevo año, y nada mejor que celebrar el tiempo de la Epifanía del Señor. Epifanía significa manifestac­ión. El Dios que se encarna ya está aquí entre nosotros. ¡Ya ha llegado nuestra liberación!

¡El que iba a venir, ya está aquí y estamos alegres! Muchos hebreos del Siglo I esperaban con ansias al Mesías que los libraría de la opresión extranjera y restablece­ría la nación de Israel como lugar donde viviría Dios; pero Jesús no vino a librar a su Pueblo de la opresión política sino “a salvarlo de sus pecados”. (Mt 1, 21)

En Jesús, el Padre estaba decidido a crear una Iglesia Universal, que acogiera a todo hombre y mujer de todo pueblo y nación. Por eso llegaron los reyes sabios, los primeros gentiles a los que se manifestó Jesús, el Dios-Hombre. Llegaron buscando al “Rey de los Judíos” y ¡encontraro­n al Rey del Universo! “En ese momento, los privilegio­s que estaban reservados para el pueblo escogido quedaron a disposició­n de toda la humanidad. Esa estrella, ordenada por Dios, sirvió para que la luz de Cristo brillara para todo el mundo”. Jesús se manifiesta a todo hombre y mujer de buena voluntad. A todos los hombres y mujeres que desean recibirlo en sus corazones y hacerse uno con Él. A todos los hombres y mujeres que se sientan solidarios con el otro, especialme­nte con el que sufre y es marginado por los demás. A todos los hombres y mujeres quienes como María han sabido dar el sí, y hacerse esclavos por amor.

¡Qué alegría debieron haber sentido los sabios de Oriente cuando se encontraro­n de frente al Rey de Reyes, al Rey de Señores! ¡Qué maravilla esa estrella luminosa que los guía para que no se extravíen por el camino que lleva a Belén!

¡Ojalá pudiéramos ser como esa estrella e ilumináram­os con nuestra vida a tanta gente perdida, a tanta gente confundida, a tanta gente sin dirección que vive como veleta, según sopla el viento con aires fríos del norte. ¡Cómo nos gustaría ser estrella de nuestras familias! ¡Que sepamos guiar firmemente y sin extravíos a todos los seres bajo nuestra responsabi­lidad a un puerto seguro! ¡Pero, qué solos nos sentimos a veces con tantas incomprens­iones, con tantos malentendi­dos, con tanto orgullo, con tanto egoísmo!

A veces por nuestra debilidad, no hemos sido capaces de luchar por lo que creemos y nos dejamos llevar por los demás, que no conocen a Dios. ¡Estamos tan ocupados en llenar nuestra vida de tantas cosas superfluas, que Jesús pasará a nuestro lado y no nos daremos cuenta. Feliz año 2018 para todos. Amén.

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