La epifanía del señor
Comienza un nuevo año, y nada mejor que celebrar el tiempo de la Epifanía del Señor. Epifanía significa manifestación. El Dios que se encarna ya está aquí entre nosotros. ¡Ya ha llegado nuestra liberación!
¡El que iba a venir, ya está aquí y estamos alegres! Muchos hebreos del Siglo I esperaban con ansias al Mesías que los libraría de la opresión extranjera y restablecería la nación de Israel como lugar donde viviría Dios; pero Jesús no vino a librar a su Pueblo de la opresión política sino “a salvarlo de sus pecados”. (Mt 1, 21)
En Jesús, el Padre estaba decidido a crear una Iglesia Universal, que acogiera a todo hombre y mujer de todo pueblo y nación. Por eso llegaron los reyes sabios, los primeros gentiles a los que se manifestó Jesús, el Dios-Hombre. Llegaron buscando al “Rey de los Judíos” y ¡encontraron al Rey del Universo! “En ese momento, los privilegios que estaban reservados para el pueblo escogido quedaron a disposición de toda la humanidad. Esa estrella, ordenada por Dios, sirvió para que la luz de Cristo brillara para todo el mundo”. Jesús se manifiesta a todo hombre y mujer de buena voluntad. A todos los hombres y mujeres que desean recibirlo en sus corazones y hacerse uno con Él. A todos los hombres y mujeres que se sientan solidarios con el otro, especialmente con el que sufre y es marginado por los demás. A todos los hombres y mujeres quienes como María han sabido dar el sí, y hacerse esclavos por amor.
¡Qué alegría debieron haber sentido los sabios de Oriente cuando se encontraron de frente al Rey de Reyes, al Rey de Señores! ¡Qué maravilla esa estrella luminosa que los guía para que no se extravíen por el camino que lleva a Belén!
¡Ojalá pudiéramos ser como esa estrella e ilumináramos con nuestra vida a tanta gente perdida, a tanta gente confundida, a tanta gente sin dirección que vive como veleta, según sopla el viento con aires fríos del norte. ¡Cómo nos gustaría ser estrella de nuestras familias! ¡Que sepamos guiar firmemente y sin extravíos a todos los seres bajo nuestra responsabilidad a un puerto seguro! ¡Pero, qué solos nos sentimos a veces con tantas incomprensiones, con tantos malentendidos, con tanto orgullo, con tanto egoísmo!
A veces por nuestra debilidad, no hemos sido capaces de luchar por lo que creemos y nos dejamos llevar por los demás, que no conocen a Dios. ¡Estamos tan ocupados en llenar nuestra vida de tantas cosas superfluas, que Jesús pasará a nuestro lado y no nos daremos cuenta. Feliz año 2018 para todos. Amén.