Recorte EU beneficiará RD
El recorte impositivo impulsado por el presidente Donald Trump y aprobado en el Congreso constituye un evento favorable para la economía de los Estados Unidos, en tanto reduce los tramos y las cargas impositivas a las familias estadounidenses, disminuye en 14 por ciento las tasas que pagan las corporaciones, y se supone devolverá a los bolsillos de las familias y de las cuentas corporativas montos cercanos a los 1.5 billones de dólares.
El consenso entre los expertos es que estas medidas -al menos en el corto plazo-, impulsarán el consumo interno y la inversión. Por tanto, el impacto inmediato para la economía dominicana será básicamente positivo porque incrementará la demanda de nuestro principal socio comercial, lo que deberá producir, a su vez, un aumento de las exportaciones tanto tradicionales como de zonas francas, así como un aumento del flujo de turistas y de las remesas que envían los dominicanos residentes en los Estados Unidos.
La implementación de incentivos fiscales de este tipo supondrá que en los próximos meses se acentuarán los cambios en las políticas monetarias, por lo que se proyectan dos o tres aumentos en los tipos de interés de referencia de la Reserva Federal en el transcurso de este año.
Esto no debe afectar la deuda emitida hasta ahora por la República Dominicana, ya que se trata de bonos de renta fija. Pero sí podría significar sustanciales alzas en los tipos de interés que deberá pagar el país por nuevas deudas.
Para este 2018 los presupuestos consignan la emisión de 1,500 millones de dólares en nuevos bonos soberanos. República Dominicana ha estado colocando deuda en los mercados financieros internacionales a tasas por debajo del seis por ciento anual. El reto será mantener las nuevas emisiones en condiciones parecidas, algo que se puede alcanzar sin mayor contratiempo.
En un informe dado a conocer la pasada semana por el Departamento Internacional del Banco Central, el riesgo país de la República Dominicana medido a través del Índice de Bonos de Mercados Emergentes (EMBI, por sus siglas en inglés) se ha reducido sustancialmente en el transcurso de los últimos dos años hasta situarse por debajo de la media latinoamericana.
El EMBI -que es la diferencia entre las tasas mínimas que estarían dispuestos a pagar los inversionistas para invertir en papeles de deuda de países emergentes y los bonos del Tesoro de los Estados Unidos-, para la República Dominicana es de apenas 2.54 por ciento, casi 100 puntos básicos por debajo de la media regional. Y las tres principales calificadoras de riesgo de los Estados Unidos -Moody’s, S&P y Fitch- colocan la deuda del país en niveles de riesgo que oscilan entre medio y bajo.
La principal preocupación de los agentes financieros internacionales no es el monto de la deuda dominicana -que a pesar de la política de expansión del gasto con que se respondió a la crisis financiera global de finales de la pasada década continúa en niveles razonablemente inferiores que la media para economías de tamaños similares-, sino su sostenibilidad. Es decir, la capacidad de cumplir los compromisos en el mediano y largo plazo a partir de los precarios ingresos fiscales.
Pero si bien la tranquilidad definitiva para los organismos multilaterales y bancos de inversión llegará cuando en el país se aborde una reforma fiscal integral, es indiscutible que constituye una buena señal la eficiencia exhibida por las actuales autoridades de los entes recaudadores.
La Dirección General de Impuestos Internos anunció que cerró el 2017 con niveles históricos de recaudación, superando en más de dos mil millones de pesos las proyecciones presupuestarias a pesar de la ralentización del crecimiento que sufrió la economía en los últimos meses del año. Y desde la Dirección General de Aduanas se esperan señales parecidas.
La estrategia del Gobierno es apostar a la eficiencia recaudatoria y a la reducción de la evasión y la elusión, que en el país algunos calculan que se encuentra en niveles superiores al 40 por ciento. Y si bien no es la solución definitiva, una reducción importante en los niveles de evasión alcanzada a partir de la eficiencia gerencial podría significar un paliativo importante para la salud de las finanzas públicas.
Por tanto, es evidente que el país está en capacidad de superar con éxito los retos que plantea la nueva realidad fiscal y monetaria de los Estados Unidos y aprovechar las oportunidades que brinda, lo que pudiera hacer de este 2018 un gran año en materia económica para la República Dominicana.