LA REFORMA IMPOSITIVA DE DONALD TRUMP
El pasado 22 de diciembre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó la Ley de “Reducción de Impuestos y Creación de Empleos” (TCJA en inglés), la cual introduce los cambios más importantes hechos al código impositivo del país en los últimos 30 años.
Esta reforma había sido una de las promesas de campaña más prominentes de Trump, y su aprobación le permite terminar con una victoria notable un año turbulento que parecía encaminarse al desastre en sus inicios, pero que en sus últimos meses mejoró de manera destacada a favor del presidente.
El objetivo central de la reforma es una reducción de impuestos sobre las personas y las empresas, con énfasis (nunca ocultado por Trump) en lo segundo, bajo el argumento de mejorar la competitividad de estas últimas. Sin embargo, la reforma afecta muchos otros aspectos de la estructura impositiva: los niveles de ingresos en cada rango; la medición de la inflación para ajustar los rangos; eliminación del mandato obligatorio del Obamacare; cambios en las deducciones y créditos de empresas e individuos, etc. Concentraremos nuestra atención en la rebaja de impuestos.
La reducción de impuestos para el 2018 será de $259,454 millones de dólares. La reducción total de toda la reforma será $1.5 trillones para el 2027, cuando caducan las reducciones impositivas no permanentes.
La máxima tasa impositiva para los individuos cae de 39.6 % a 37%. En el 2018 el 80% de los contribuyentes recibirán una reducción de impuestos promedio de US$2,100 y el 5% un aumento de US$2,800. En el quintil más bajo, 54% recibirán una reducción de impuesto y un 1% un aumento; en el quintil del medio 91% recibirán una disminución y un 1% un incremento y en el quintil más alto, 91% recibirán una reducción y 9% un aumento.
En el 2018 en promedio los contribuyentes recibirán una reducción de impuestos de US$1,600, representando un aumento de 2.2% del ingreso después de impuestos.
La tasa sobre las empresas corporativas baja permanentemente de 35% a 21%, y además se les otorga 100% de depreciación de las inversiones en capital hechos cada año entre 2018 y 2022, para luego retornar progresivamente en el 2026 al esquema existente antes de la reforma. A las empresas no organizadas como corporaciones (conocidas como pass-through y que representan el 95% de las empresas del país) se les permite reducir el 20% de sus ingresos de los impuestos a pagar hasta el 2025. Finalmente, algo de gran impacto internacional: EE.UU. cambia el impuesto a las corporaciones de ser uno a escala mundial (se paga impuesto sobre las ganancias sin importar dónde se realizan) a otro territorial (solo se paga impuesto sobre ganancias hechas en territorio de EE.UU.). A las multinacionales norteamericanas se les dará una gracia para repatriar las utilidades acumuladas fuera del país al momento de aprobación de la reforma (que rondan los $4 trillones de dólares) pagando una tasa de 15.5% sobre efectivo y 8% sobre activos no-líquidos. En lo adelante no tienen que pagar impuestos sobre ganancias hechas fuera de los EE.UU. El objetivo de esta medida es reducir el incentivo para acumular ganancias fuera del país, y así ampliar la base impositiva de la nación.
¿Una reforma republicana o demócrata?
A pesar de las críticas duras de los demócratas a la reforma de Trump, su objetivo principal, reducción de impuestos a las empresas, había sido una meta de ambos partidos:
“Nuestro actual sistema de impuesto corporativo es atrasado, injusto e ineficiente. Otorga reducciones impositivas a quienes mueven trabajos y ganancias fuera del país y castiga a las empresas que eligen permanecer en América con uno de los impuestos más altos del mundo. Es innecesariamente complicado y obliga a los pequeños empresarios del país a gastar incontables horas y dólares llenando los formularios de los impuestos. El sistema no está bien y necesita ser reformado’”. Quien así hablaba no era Trump, sino Barack Obama en 2012, cuando aún era presidente. Opiniones parecidas han sido manifestadas por otros prominentes líderes demócratas como Nancy Pelosi y Chuck Schumer.
Por otro lado, la idea de que la reforma implica un aumento de impuestos para los estratos de más bajos ingresos, inducida por la feroz crítica demócrata, es falsa. Como indicamos más arriba, el año entrante todos los estratos de ingresos recibirán mayoritariamente una reducción impositiva.
Lo que sí es cierto (como se ve en el cuadro adjunto) es que la reducción de impuestos tiene un sesgo a favor de las personas de más altos ingresos. Una clara ruptura con la promesa de Trump de una reforma en la que las clases trabajadora y media fuesen las más favorecidas.