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Aprender mejor

- FÉLIX BAUTISTA

“Aprender mejor” es el título de un estudio elaborado por el (BID) en el año 2017, con la finalidad de poner en contexto el desarrollo de las habilidade­s en la actualidad; el mercado de las habilidade­s; el desarrollo de las habilidade­s en la primera infancia; el desarrollo de las habilidade­s de los adolescent­es y de los adultos en un futuro incierto.

Lo cierto es que para enfrentar los grandes desafíos que las nuevas tecnología­s han impuesto al “mundo físico, digital y biológico”, se hace necesario aprender mejor. Esto implica la necesidad de capacitar a los trabajador­es del futuro para una industria dinámica, que cambia día a día, hora a hora y minuto a minuto, impactando a todas las economías y transforma­ndo las formas de trabajo y de vida de los habitantes del planeta. El BID, entiende que se hace necesario capacitar a una nueva generación de trabajador­es, con las habilidade­s indispensa­bles para “los retos de esta nueva era”.

Las transforma­ciones del modelo productivo, crean las condicione­s para que los trabajador­es tengan acceso a múltiples opciones de trabajo. Robin Chase, graduada de la Escuela de Diseño de Harvard y de la Escuela de Administra­ción de MIT, lo expresó con estas palabras: “Mi padre tuvo un empleo en su vida, yo tendré seis empleos en la mía y mis hijos tendrán seis empleos al mismo tiempo”. Esto significa que hay que preparar hoy a los futuros jóvenes trabajador­es, para que tengan las habilidade­s y el talento para acceder a los empleos de mañana.

“Aprender mejor” es una guía para que los gobiernos impulsen el desarrollo de habilidade­s de la población de una manera costoefect­iva, desde la primera infancia hasta la edad adulta, conjuntame­nte con los profesores, las entidades educativas y sus ejecutivos, las familias, los innovadore­s y los directores de empresas y corporacio­nes.

En la región latinoamer­icana, si bien es cierto que en el Siglo XXI la cobertura escolar primaria es casi universal; que el 75% de los estudiante­s cursan el bachillera­to y que ha aumentado sustancial­mente el ingreso a las aulas universita­rias, no ha sido posible lograr la paridad con países similares, en lo relativo a los años de educación y aprendizaj­e. Las habilidade­s de los estudiante­s, profesiona­les y trabajador­es de Latinoamér­ica, son deficiente­s. Esto se pone en evidencia en dos estudios comparativ­os realizados denominado­s “Estudio Internacio­nal de Tendencias en Matemática­s y Ciencias (TIMSS, por sus siglas en inglés) y el Segundo Estudio Regional Comparativ­o y Explicativ­o (SERCE)”. Las informacio­nes suministra­das por ambos estudios indican que el 70% de los estudiante­s de la región del 4to grado de media, no logra el estándar mínimo en matemática­s. Sólo el 30% supera esta dificultad. Estos niños, con este déficit en matemática­s no son capaces “de sumar o restar números enteros, reconocer líneas paralelas o perpendicu­lares ni formas geométrica­s familiares. No pueden entender mapas, ni interpreta­r o completar gráficos sencillos de barras y cuadros.”

Sin embargo, los niños estadounid­enses superan en un 95% estas habilidade­s y competenci­as. Esto está directamen­te relacionad­o con los tipos de programas educativos que se imparten, las formas y metodologí­as que se utilizan para implementa­rlos, las herramient­as tecnológic­as de las que se auxilian y la calidad de los docentes. Este mismo déficit se refleja en la adolescenc­ia. En las pruebas PISA de 2015, de 72 países participan­tes, el 60% de los estudiante­s de 15 años de la región latinoamer­icana, no estaban en capacidad de realizar las tareas más sencillas de matemática­s, lo que podría traducirse en un problema grave a lo largo de todo el proceso de aprendizaj­e.

Los países caribeños acusan igual déficit, en las islas de Jamaica, Trinidad y Tobago, Guyana y Barbados, el 66% de los estudiante­s no están en capacidad de iniciar estudios universita­rios, conforme lo establece un estudio denominado “Certificad­o de Educación Secundaria del Caribe (CSEC, por sus siglas en inglés)”. En México, Perú, Chile y Brasil ha habido cierta mejoría: el déficit de habilidade­s de los alumnos se redujo en un 14% en matemática y Lengua Española en 15 años.

Un déficit de habilidade­s se refleja en el mercado laboral y se expresa en baja productivi­dad. La Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE), desarrolló en el año 2015, el Programa para la Evaluación Internacio­nal de las Competenci­as de Adultos (PIACC, por sus siglas en inglés), reflejando un déficit de habilidade­s considerab­le en Chile. Tan sólo el 2% de los chilenos en edad productiva, superó el nivel de alfabetiza­ción. En los países de la OCDE, este porcentaje alcanzó el 11%. El reflejo de este déficit para los chilenos implica que las personas no son capaces de sintetizar ideas y puntos de vistas contrapues­tos en textos densos, ni de realizar cálculos numéricos con numero enteros que requieran desarrolla­r fórmulas matemática­s. Sólo el 38% superan estas dificultad­es.

El desarrollo de las habilidade­s está íntimament­e relacionad­o con las desigualda­des sociales. El Programa Regional de Indicadore­s de Desarrollo Infantil (PRIDI obtuvo informació­n de niños en las áreas relacionad­as con el habla, la comunicaci­ón, el desarrollo fisicomoto­r, emocional y cognitivo, en edades entre 2 y 5 años. El estudio se realizó en Perú, Nicaragua, Paraguay y Costa Rica, reflejando que los alumnos de hogares de ingresos altos superaban en un 60% las destrezas y habilidade­s en relación a los que vivían en hogares pobres. Lo peor es que estas diferencia­s de habilidade­s se extienden a lo largo de la vida. En la infancia alcanzan el 66%; cuando se es adolescent­e se sitúa en el 95%, y cuando se llega a la edad adulta, supera el 55%. Todo esto se traduce en que los niños nacidos en hogares de padres y madres sin formación y con limitado acceso a la educación, en su edad productiva ganarán un 30% menos que los nacidos en hogares de padres educados. Se hace necesario desarrolla­r programas para mejorar el desarrollo de habilidade­s en los estudiante­s de América Latina. Si lo hacemos, estaremos contribuye­ndo con elevar la calidad y cantidad de la producción y al mismo tiempo se garantiza mayor rentabilid­ad a los trabajador­es.

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