Listin Diario

UMBRAL Reacomodo global

- MANOLO PICHARDO

El 2018 hizo su entrada por viejas puertas, por aquellas que desde inicio del presente siglo, e incluso del anterior, comenzaron recibir las líneas de orientació­n que marcarían la dinámica de un reacomodo planetario impulsado por las nuevas fuerzas sociales que vienen engendrand­o el avance de las ciencias y la tecnología, que incluyen el de las comunicaci­ones y su horizontal­ización que, en conjunción con el afianzamie­nto de la inteligenc­ia artificial, impulsan novedosos esquemas productivo­s y modelos de negocios.

Los fuertes se ven sucumbir, o al menos parecen gigantesco­s peces aleteando en medio de un lago que pierde profundida­d, aquel que dominaban con sus descomunal­es anatomías bélicas y aterradora­s bocas que succionaba­n proteínas, que es lo mismo que el despojo, a veces violento, como la mayoría del tiempo; a veces sutil, bajo el amparo de la disuasión de sus músculos, siempre amenazante­s, aún en el cercano apretón de manos, la sonrisa “afable” o la distante carcajada.

El nuevo año es una pista por la que continuará transitand­o el reacomodam­iento que va dejando en la obsolescen­cia viejos paradigmas: viejas fuerzas hegemónica­s, viejos mercados, viejas rutas comerciale­s, desfasados talantes diplomátic­os marcados por el cañón y la sumisión; cuestión que, aclaro, no terminará con la lucha por los mercados, sino que reorientar­á las alianzas y redefinirá los movimiento­s de la economía global y las formas en que se definirán las áreas de influencia de las nuevas fuerzas hegemónica­s.

Corea del Norte, como nueva potencia nuclear, pudiera ser un referente de como los países emergentes entran en el tablero geopolític­o global. Ya no como simples peones, sino que pudieran ascender a la categoría de alfiles o torres. El ascenso económico de otros, como India, el indiscutib­le afianzamie­nto del liderazgo mundial de China, el formidable relanzamie­nto de Qatar, el sacudimien­to económico y político de América Latina, el lento pero sostenido despertar de África, confirman, no solo la inevitable recomposic­ión planetaria, sino el axioma darwinista de que no son los más fuertes los que sobreviven, sino los que tienen mayor capacidad de adaptarse a los cambios.

Partiendo de esa realidad, el occidente político, que no geográfico, actor fundamenta­l de los acontecimi­entos que han marcados el destino de la Humanidad en los últimos siglos, entra en una confusión que le encamina a una atomizació­n que va desde el Brexit, como consecuenc­ia del euroescept­icismo que toma cuerpo hasta infestar incluso a la propia OTAN, marcada por los cuestionam­ientos de Turquía y la difusa identidad que la balancea entre Oriente y Occidente, hasta el rebrote de los ánimos secesionis­tas que no solo ponen en situación de dificultad a los países que regentean sus soberanías, sino a la propia Bruselas.

Este enero es en realidad la continuaci­ón de otros eneros portadores de acontecimi­entos dialéctico­s en los que se ha venido incubando el nacimiento de otra civilizaci­ón, que como todas las que se han construido a base de la lucha por dominar la naturaleza para ponerla al servicio del Hombre y las luchas por sobrevivir y mejorar las condicione­s materiales de existencia en lo individual y colectivo, alumbrará un racimo de valores que en muchos casos se enfrentará­n a los que sustentan todavía el comportami­ento de la actual civilizaci­ón, algo que no solo asoma, sino que comienza a vivirse y plantear la crisis de lo nuevo que quiere nacer y lo viejo que se niega a morir.

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