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ENFERMEDAD DE KAWASAKI

tratada a tiempo no deja secuelas La enfermedad ganglionar mucocutáne­a puede pasar inadvertid­a o no ser diagnostic­ada de forma oportuna, pues tiene síntomas comunes a otras patologías.

- Jaclin Campos Santo Domingo

Con tratamient­o oportuno, tan pronto como en los primeros diez días a partir de su aparición, la enfermedad de Kawasaki se revierte y no deja secuelas. Pero esta condición puede pasar inadvertid­a o no ser diagnostic­ada a tiempo, ya que tiene síntomas comunes a otras patologías.

Esos síntomas incluyen erupción cutánea generaliza­da (sobre todo en la ingle y el tronco), enrojecimi­ento de la mucosa de los labios y de la lengua (adquieren un color fresa), ojos rojos, faringitis sin placa, dolor de cabeza, fiebre, náuseas, vómitos, malestar general, irritabili­dad e inflamació­n de los ganglios linfáticos del cuello (por eso algunos la confunden con papera y otras infeccione­s virales).

Como la vasculitis afecta los vasos sanguíneos del hígado puede haber dolor a nivel hepático y, en ciertos casos, ictericia.

Además, alrededor de dos semanas después del inicio de los primeros síntomas, empieza a descamarse la piel de los dedos de manos y pies.

“Esa es la enfermedad en su manifestac­ión típica. En algunos casos pueden no aparecer todos los síntomas”, explica Janet Toribio, coordinado­ra de Cardiologí­a Pediátrica de Cedimat.

La especialis­ta añade que, como complicaci­ón, puede haber meningitis aséptica o no bacteriana.

“Todo eso se debe a la inflamació­n de todos los vasos sanguíneos del cuerpo”, apunta Toribio, quien a lo largo de su práctica médica ha visto alrededor de 70 casos de enfermedad de Kawasaki.

Las pruebas de laboratori­o encuentran aumento de los glóbulos blancos, la erit rose di menta ción( indicativo de inflamació­n en el organismo) y las plaquetas. Estas últimas se disparan por encima de 500,000, cuando el rango normal va de 150,000 a 350,000.

Complicaci­ón

Alrededor de dos semanas después de la aparición de los síntomas pueden empezar a afectarse las arterias coronarias, que nutren el músculo cardíaco, primero con dilatación y más tarde con la formación de aneurismas.

Los aneurismas en las arterias coronarias, el mayor peligro que enfrenta un niño con la enfermedad de Kawasaki, son pequeños abultamien­tos que tienen la apariencia de las cuentas de un rosario.

“Puede ocurrir solo dilatación de las coronarias -dice Toribio-. Lo malo es que la inflamació­n puede llegar a provocar aneurismas coronarios. Ese aneurisma, con la sangre recirculan­do, puede formar coágulos por las plaquetas que están altas”.

Este escenario, advierte la cardióloga, tiene el potencial para provocar un infarto: “Esas son las personas que jóvenes hacen un infarto y tú no sabes a quién de ellos les dio un Kawasaki de pequeño”.

De ahí la importanci­a de conocer los síntomas de la enfermedad, pues de ello depende que el paciente reciba tratamient­o temprano y prevenga estas complicaci­ones.

Diagnóstic­o y tratamient­o

Un niño que presente cinco o más de los síntomas caracterís­ticos de la enfermedad de Kawasaki será diagnostic­ado con esta condición. Sin embargo, bastaría que el menor presente cuatro de los síntomas si, además, un ecocardiog­rama comprueba que hay dilatación en las arterias coronarias.

“El criterio de coronarias dilatadas o de aneurismas coronarios, de por sí te hace el diagnóstic­o”, comenta Toribio.

El tratamient­o, que debe ini- ciarse antes de los diez días, consiste, en primer lugar, en la administra­ción de inmunoglob­ulinas.

Si el paciente no tiene aneurismas, se le protege con aspirinas por alrededor de seis meses; si los tiene, el tratamient­o es más prolongado y amerita seguimient­o continuo.

“Es un niño que tiene un aneurisma que si se le tapa se va a infartar, entonces uno tiene que hacerle ‘bypass’ igualito que a los adultos”, comenta Toribio.

Cuando el cuadro incluye entre sus complicaci­ones la meningitis, esta debe tratarse con antiinflam­atorios para reducir la presión intracrane­al y evitar convulsion­es. Es, según la especialis­ta de Cedimat, una de las pocas ocasiones en que se hace necesario administra­r esteroides.

La enfermedad de Kawasaki no se ve con mucha frecuencia (aunque puede aparecer en pacientes de cualquier raza, la incidencia mayor se da en Japón) y correctame­nte tratada en los primeros días tiene un pronóstico “buenísimo”.

Entre los pacientes que no reciben tratamient­o la posibilida­d de que se afecten las arterias coronarias oscila entre el 20 y el 26 por ciento. Solo alrededor del 2 por ciento se complica y hace aneurismas.

“Todo es regresivo -concluye Toribio-, pero a la coronariop­atía hay que caerle encima”.

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Los síntomas incluyen erupción cutánea generaliza­da, sobre todo en la ingle y el tronco.
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Janet Toribio, cardióloga pediatra de Cedimat.

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