Con los ánimos en el ‘piso’
No me gusta ni pronuncio la palabra depresión. Hasta escribirla se hace difícil. Siento que ella misma encierra una descarga negativa sobre quienes la tienen siempre a flor de labios. Sin embargo, y que me corrijan los profesionales de la conducta y de la salud mental, admito que todos los seres humanos en algún momento se sienten con los ánimos por el ‘piso’ y ello no significa que estén depresivos. Hace unos días se me acercó una persona muy querida y me dijo: “Ay Martita, estoy atravesando por una situación de depresión que me está volviendo loca”. Lo único que atiné a decirle fue: “No me luce que una persona como tú esté hablándome de eso”. Claro, sin ánimo de ser psicóloga también me apresuré a sugerirle que en primera instancia la mejor ayuda la iba a recibir de ella misma y que podía comenzar por eliminar ese término de su vocabulario. No niego que escucharla decir eso me preocupó, pero en vez de mostrarle mi angustia la invité a visitar conmigo una ciudad fabulosa donde ese tedioso mal no existe. Con solo poner un pie en aquel lugar noté que su semblante era otro, una sonrisa dibujada en su rostro auguraba los más sanos resultados a mi querida invitada. Tuvo la oportunidad de consultar especialistas y preguntar a los habitantes, quienes les confirmaban que, aunque como seres humanos en ocasiones tienen los ánimos por el ‘piso’, siempre se han impuesto ante los riesgos que esto pueda significar. Le gustó el comentario de un experto que le hizo ver cuán importante es desprenderse de esas emociones dañinas que se traducen en aquel término prohibido pronunciar en aquel lugar. Le aclaró que todo el vivo, aún viviendo en una ciudad fabulosa, en algún momento siente que el mundo se le cae encima, pero que eso no es motivo para aceptar que literalmente es así. Coincidió con mi comentario de que en ella estaba no dejar avanzar ese mal que tiene como único objetivo obnubilar la mente de los más débiles. A las recomendaciones del especialista se unieron las voces de los moradores del lugar que, sin tapujos le hicieron entender que la odiosa depresión toma cuerpo a medida que tú la dejes ser parte de tu vida.
De vuelta a la realidad, mi amiga entendió que ella es más fuerte que aquello que la quiere dominar y que está ganando tanto terreno en la humanidad por el simple hecho de que estamos apostando al mínimo esfuerzo, y abandonando el poder de la fe y de la oración.