Listin Diario

Suicidio en las redes sociales

- Santo Domingo

1 de 2 La gente está enferma. La sociedad discrimina patologías psiquiátri­cas. Culpa a la persona por una enfermedad que no controla. Sin embargo, la depresión es uno de los males que no discrimina; te miente, te convence de que no importas, que tu ausencia no la notará nadie. Que no te quieren, no te extrañarán... Te manipula para que pienses que quitarte la propia vida es la única salida.

Porque aunque busques ayuda o no, aunque vayas a años de terapia o no, aunque te mediques responsabl­emente o no, aunque caigas como víctima de vicios o adicciones o no, si la depresión llega no hay para nadie. Por favor, dejemos los prejuicios, destronemo­s los juicios hostiles e insensible­s, seamos más gentiles y comprensiv­os con aquellos que no tienen más culpa que alguien que tiene cáncer de colon o un tumor cerebral. Y sin embargo a todas las otras personas que padecen de patologías de cualquier otro sistema le proporcion­amos afecto, cariño y hasta sentimos pena por ellos. ¡No es justo! Démosle ese mismo trato y proporcion­émosle esa misma contención a aquellos que sufren de una enfermedad tan hija de la gran puta. Démosle ese mismo trato a aquellos que son arropados por pensamient­os y gestos suicidas. ¡Aquellos que caen prisionero­s en una cárcel sin salida alguna, una cárcel que los mantiene prisionero­s de su propio cerebro! El director de la orquesta, el regulador de todos los otros procesos fisiológic­os. NO es la culpa del suicida. Es culpa de su enfermedad.

La enfermedad le quita la vida a la persona. No es la persona que se quita la vida a sí misma. Mi corazón y mis oraciones se extienden a la joven que no vio ninguna otra salida aparte de lanzarse al vacío llorando. A esa incomprend­ida joven que decidió dejarlo todo atrás. Noten que no digo, “esa joven que perdió la batalla”. El suicida nunca deja de luchar. Simplement­e, su enfermedad gana su última batalla. Ella no estaba loca. Ella no fue impulsiva. Ella no fue débil. Ella no fue egoísta. Su decisión fue la única forma que encontró de hacer desaparece­r tanto dolor. Dejen el morbo. Dejen de juzgar. No critiquen lo que no conocen o no entienden. O que peor aún, han tenido el gran privilegio de no vivir personalme­nte. Carlina de los Santos Estudiante de Psicología

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