TURISTA EBRIO CAE DE ESCALERA AILA
FELICES AVANCES... PERO. –
En el año 1998, la UNESCO aprobó la Declaración Universal de los Deberes Humanos. Lamentablemente, los esfuerzos por defender y promover los derechos humanos se han hecho en detrimento del cumplimiento de los humanos deberes, algo fundamental para que una sociedad pueda alcanzar y vivir en la civilización. Derechos y deberes son partes de un mismo comportamiento que conduce a la convivencia pacífica, al progreso de la humanidad. En el caso de nuestro país, debemos decir que en los últimos 20 años, y muy especialmente a partir de la aprobación de la Constitución de 2010, hemos logrado avanzar como nunca en lo que tiene que ver con los derechos de los ciudadanos, para lo que se han creado altas cortes, medianos tribunales y leyes varias, como la que defiende al consumidor, saludando desde aquí a Altagracia Paulino, o la ley de libre acceso a la información, con abrazos a José Tomás Pérez, para sólo citar dos buenos ejemplos.
EL CASO DOMINICANO. –
Sin embargo, en nuestros afanes por los derechos ciudadanos, los dominicanos hemos ido olvidado, dejando de lado, los deberes ciudadanos, “la contemplación del otro”, la responsabilidad ciudadana, aquello de que mi libertad y mi libertad llegan “hasta donde comienzan los del otro”. En la dictadura, la ley se respeta por miedo a la represión y al abuso que caracteriza a las tiranías. Se suponía que, con la llegada la democracia, los ciudadanos íbamos a respetar las leyes, a cumplir nuestros deberes, como contraparte lógica de haber logrado el respeto a nuestros derechos de parte de estados y gobiernos. Pero no ha sido así. Lamentablemente. De la falta de libertad, los dominicanos hemos pasado al libertinaje, sin detenernos en el término medio, creando votantes libres pero pésimos ciudadanos. Hemos aplicado los derechos humanos a expensas del incumplir nuestros ciudadanos deberes, y así “no hay pollo que llegue a gallo”, y el maco, “aunque nade no llegará nunca a ser un ‘peje’”.
“PADRES DE FAMILIA” Y ELITES INSACIABLES. –
A nivel de los pobres, tenemos a mano el concepto “padre de familia”, (el reconocido “padrefamilismo militante” que tanto digo); pero cuidado que, a nivel de las élites y las altas clases media que les sirven, tenemos “el bajadero político”, “la lubricación de las leyes”, la evasión de impuestos, o la elusión que es lo mismo pero realizado de manera inteligente por genios de las finanzas “y sobre todo de la renta”; o las astutas escaramuzas para que no sean revisadas una a una las exenciones que otorga el Estado a los muy señores, no todas merecidas ni socialmente útiles. No hay inocentes. Así, unos pobres de una comunidad X, porque el Estado no acaba de asfaltarles sus calles, paralizan la carretera Duarte e impiden que miles de ciudadanos transiten en ella, afectando su derecho ciudadano a la libre circulación. Por defender su derecho ciudadano a la protesta, los termocefálicos comunitarios afectan los del “otro”, ese otro ciudadano al que ni siquiera conocen, y no tiene vela en el entierro.
NI POPULISMO IRRESPONSABLE NI OPROBIOSA DICTADURA. –
Ricos y pobres, incumplidores de las leyes, olvidan que para que las próximas generaciones disfruten de derechos humanos, las actuales generaciones debemos cumplir nuestros humanos deberes. No se puede vivir en democracia con vulgares habitantes negados a comportarse como ciudadanos responsables de sus actos, esos que en plan Cabral, “esperan que el Estado haga por ellos, lo que ellos no hacen ni por ellos ni por nadie”, incluido, por supuesto, el cumplir con sus ciudadanos deberes con igual vehemencia con que defienden sus humanos derechos. Derechos y deberes son el ying y el yang imprescindible para vivir en democracia y alejar la tentación del populismo o la dictadura. Con su permiso.