PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA Gregorio VII (1073 – 1085)
El año de 1073, el monje Hildebrando fue elegido Papa con el nombre de Gregorio VII. Gobernaría la Iglesia hasta el 1085. Buscó la libertad de la Iglesia sin mirar las consecuencias que esto tuviese para el imperio y su propia integridad física. Fue uno de los grandes protagonistas de la llamada “Querella [conflicto] de las investiduras”. Este conflicto debe ser considerado como parte de un gran movimiento de reforma que sacudió a la iglesia y la sociedad en la segunda mistad del siglo XI. Estos cambios y reformas solo son comparables a la llamada Reforma del siglo XVI y la Revolución Francesa del XVIII.
Hildebrando había nacido entre 1015 y 1020, en Toscana, Italia. En una familia plebeya, gente corriente del pueblo, su familia era de escasos recursos. En Lorena profesó los votos monásticos. Vivió el exilio junto al Papa Gregorio VI, cuando Enrique III en el 1046 depuso a los tres candidatos al papado. Al pare- cer, Gregorio VI había actuado ingenuamente al indemnizar a otro de los candidatos al papado, pero no era corrupto. Hildebrando nunca olvidaría la injusticia del Emperador contra Gregorio VI. Hildebrando haría historia, sería el Papa mejor conocido desde Gregorio I (604 †).
No es casualidad que Hildebrando fuera un monje y quisiera una Iglesia más libre. Los monasterios fueron una fuente de reformas encaminadas a detener las intervenciones de los laicos. A estos monjes, cuyo poder se sintió en Roma, se les acusaba de querer reformar la iglesia, convirtiendo en monjes a todos los sacerdotes y aplicando sus estructuras. Saco la impresión de que eran reformadores sinceros y su modelo era la vida monacal.
Los reformadores rechazaban la simonía [la herejía de Simón, el Mago que consiste en comerciar con las cosas santas, es decir, administrar los bienes espirituales para ganar recompensas terrenales] y el nicolaísmo [que los sacerdotes se unieran en matrimonio]. “En todos los países había muchos sacerdotes que habían contraído uniones duraderas, soportaban todas sus consecuencias legales y gozaban de todos sus derechos.”
“Justicia y paz” fueron la clave de la conducta de Hildebrando, que gobernó la Iglesia como el Papa Gregorio VII. “La autoridad pontificia, según él, sólo debía emplearse para hacer avanzar la causa de la justicia”. Decidido a suprimir la simonía. Gregorio VII fomentó la apelación al papa, envió legados a varias cortes y obispados. Contó con el apoyo militar de los normandos, establecidos en sur de Italia. Los normandos se consideraban vasallos de los papas, defenderán la fe y los intereses de los papas contra Bizancio y ayudarán a Gregorio VII contra cualquier poder que interfiera con la agenda del Papa.
El pueblo aclamó Papa a Hildebrando al día siguiente de la muerte de Alejandro II, el 22 de abril de 1073. Era bien conocido en Roma. Había sido consejero de varios papas desde los tiempos de León IX (1049 – 1054). Cuando Hildebrando asumió el papado, la simonía y las intromisiones de los nobles y la monarquía en asuntos de Iglesia estaban rampantes.
En el 1075, Hildebrando publicó varios decretos que exigían el celibato de los clérigos, prohibían la simonía y las investiduras laicas. Es decir, quedaba prohibido a todo eclesiástico el recibir abadías u obispados y cualquier cargo eclesiástico de manos de un laico. Estas normas eran conocidas desde hacía seis siglos, pero eran revolucionarias por varios motivos: la práctica que el Papa intentaba corregir había comenzado hacía tres siglos; los decretos pontificios abolían, ignorándola, la necesidad de que un candidato elegido para un cargo en la Iglesia [la elección canónica] fuese seguida de la aprobación del monarca.
Imagine el llanto y crujir de dientes si el Estado negase, como manda la ley, los sueldos a todo funcionario que no hubiese presentado y firmado su declaración de bienes. Gregorio VII intentó algo similar.