Listin Diario

La envidia al revés

- ALICIA ESTÉVEZ PUBLICA LOS MIÉRCOLES + VIERNES Para comunicars­e con la autora alicia.estevez@listindiar­io.com

Visité a una amiga que tiene un apartament­o bello, un esposo que la ama, unos hijos sanos y un buen trabajo.

Alguno exclamará ¡qué suerte! y sentirá envidia de esta mujer, en apariencia, mimada por la vida. Pero no es el caso.

La envidia podría utilizarse, al revés, de manera positiva, si quienes desean lo que tiene mi amiga, usted o su vecino, en lugar de anhelar los resultados, piden a Dios alcanzar el empeño para lograr eso que disfrutan.

A mi amiga hay que envidiarle su capacidad para mantenerse como la estudiante número en una escuela pública y continuar ocupando esa posición cuando pasó a un colegio privado; haberse graduado con honores en la universida­d, donde pudo estudiar con una beca, mientras vivía con una hermana a quien ayudaba en los quehaceres domésticos. Podemos envidiarle su humildad cuando, la noche que se graduó de ingeniera, con su vestido formal, abordó un carro público para irse a su casa, como todos los días. Su olfato para detectar lo importante pues, en lugar de una pareja con el futuro ya labrado, escogió como novio a un estudiante, igual que ella, el mismo hombre que, hoy día, sigue dispuesto a amarla y respetarla hasta que la muerte los separe. Hay que aspirar a su sentido de superación para continuar estudiando después de insertarse en el mercado laboral. Su audacia cuando consiguió una beca, para viajar al otro lado del mundo, y dijo que sabía mucho inglés pese a que, la verdad, poseía conocimien­tos básicos.

Es su capacidad de sacrificio, de entrega, de trabajo, su apego a lo correcto, su decisión irrevocabl­e de dejarse guiar por Dios, lo que debemos envidiarle a mi amiga y a cualquier persona que haya logrado el éxito sin desviarse del buen camino. Pidamos al Señor recibir las cualidades de seres humanos así, no sus bienes, para, algún día, disfrutar en paz todas esas cosas que ellos han logrado. Todo eso que parece un regalo, suerte… una fortuna que algunos desearán sin pedir, a su vez, recorrer el camino que, como a mi amiga o a usted, le costó llegar hasta ahí, plagado de renuncias y sacrificio­s.

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