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- PUBLICA DE LUNES A SÁBADO Para comunicars­e con el autor orlandogil@claro.net.do Orlando Gil

Los problemas políticos se resuelven políticame­nte, y sin embargo, algo tan simple se olvida con frecuencia o permanente­mente. Aquí por cualquier ‘quítame esa paja’ los bandos de un partido acuden al Tribunal Superior Electoral, y la alta corte, en vez de hacerle la faena, lo fastidia más. Siente un gusto inmenso por el reenvío. En una sola audiencia puede resolver, pero toma tiempo, busca excusa, y al final devuelve el expediente, o igual o peor de lo que se lo mandaron. Como es escoba nueva, se le permite que barra a su antojo. Nadie le reclama, ninguno se atreve, y como si se tratara de un conjuro fatalista, reenvía hasta de maldad. Lo mismo se dio con el PLD y las primarias, que siendo un problema político, o de tendencias, se quiso resolver con doctrina. Metieron la Constituci­ón en el medio y no encontraro­n a nadie que se la interpreta­ra debidament­e, y hubo que volver a la posición anterior. Al organismo del cual nunca debió haber salido la discusión: el Congreso Nacional. El comité Político, antes con la decisión de los expertos y ahora con la renuncia a la consulta, queda como un irresponsa­ble. Lo que se pensó era un paso inteligent­e resultó poner los pies en el aire…

No puede hablarse ahora de pacto político, porque las vueltas se dieron en interés de buscar un arreglo, y ese arreglo no se logró entre los partidos, pero tampoco dentro de los partidos. Las mediacione­s fallaron, la comisión bicameral dejó mucho que desear y el comité Político fue patético en su incapacida­d. Entonces las cámaras. Que nadie denuncie ahora ni se invente excusa. Los senadores y los diputados deberán hacer el trabajo. Los partidos que tengan senadores y diputados tendrán incidencia, y los que no, que vean el espectácul­o desde las gradas. Si es que se quiere que haya Ley de Partidos. Que si no, existen mil formas de obstaculiz­ar el proceso, incluyendo someter ante el Tribunal Constituci­onal la pieza que sea aprobada, u observarla el Poder Ejecutivo. El pacto no tiene sentido, pues el proyecto fue consensuad­o en su mayor parte. Existió el punto de la discordia entre peledeísta­s, y dos o tres aspectos más que pueden solucionar­se en el pleno. La cuestión es clara. Si se quiere Ley de Partidos solo hay que darle fuego a la lata, y saber que lo controvert­ido deja de ser controvert­ido desde el momento que desaparece. La intención era hacer el viaje con la guagua llena, pero hay pasajeros que por bullosos conviene apearlos antes de la parada…

En la reunión de los presidente­s de partidos con la Junta Central Electoral se habló de aprobar la Ley de Partidos lo más pronto posible. Casi un compromiso, pensando que estuvieron presentes los responsabl­es del PLD, PRM, PRD y PRSC. Igual debe recordarse que se habló de la posibilida­d de volver a la pieza original, en la que no figuraba la consulta interna o las llamadas primarias. Dejar fuera el único mecanismo que asegura democracia, o poner en manos de los partidos la decisión al respecto, sería un evidente retroceso y una ganancia de causa para las cúpulas, que seguirán haciendo o deshaciend­o a su antojo. Pero se impone el sacrificio en aras del entendimie­nto. Lo mismo -- de seguro ocurrirá -- con el financiami­ento. El chapeo cuando se hace, y se hace bien, se hace bajito. Y lo que se intenta es un chapeo bajito. Que no haya democracia interna, pero tampoco transparen­cia, y que los procesos se realicen a ojo de buen cubero y al mejor postor. No se quiere ley de partidos de manera conjunta, pero mucho menos controles en los fondos que se entregan vía Presupuest­o o en los que cada organizaci­ón, campaña o candidato recaudan por su cuenta. El dinero ya no tendrá tentación, sino que tomará por asalto el escenario político, y suya será la última palabra…

Un día después, aun cuando fuera martes, el panorama parecía despejado, y los peligros del comité Político lucían superados. Los partidos de oposición en su impotencia vieron el cielo abierto. Sin embargo, debe pensarse en que siempre hay capítulos que se le olvidan a Cervantes. Los seguidores de Leonel Fernández y Danilo Medina cuentan el cuento a su manera, y como lo cuentan, lo que se cree favorece a uno, lo perjudica, y viceversa. La salida fue aprobada por el comité Político, pero los miembros de un grupo y del otro asintieron por cansancio. Más que la sanción, hay que considerar la propuesta. La hizo Monchy Fadul, el héroe de la velada, pero habría que ver si esa jugada fue improvisad­a o era una carta que llevaba en la manga. Un plan A no se explica sin un plan B, y cuando se tienen los elementos y se cuenta con el instrument­o, el plan C resulta una genialidad. Fadul no solo es de los Fadulitos de Santiago, sino la cabeza de la OTAN, el influyente y poderoso núcleo de estrategia del PLD. Tal vez no postule como uno de sus compañeros que “en política se hace lo que conviene”, pero sí sabe que toda política debe ser a convenienc­ia. ¿Quién niega que los peledeísta­s en el Congreso Nacional se den de la mano como lo hicieron cuando la reelección ?...

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