ELON MUSK, REY DE LAS ENERGÍAS RENOVABLES Y PRONTO DEL ESPACIO
Defensor del medioambiente, creó una compañía especializada en la perforación de túneles, destinados a solucionar el problema de los embotellamientos
Los automóviles eléctricos y la energía solar no son suficientes para él: Elon Musk, el impredecible fundador de Tesla, se acerca a su sueño de conquista espacial con Marte como destino.
A los 46 años, es uno de los innovadores más en boga de Estados Unidos, con el éxito de su sistema de pagos en línea PayPal, los automóviles Tesla, la empresa de paneles solares SolarCity así como con SpaceX, que fabrica cohetes espaciales.
Uno de ellos, el Falcon Heavy que porta el eslogan “el más poderoso del mundo”, despegó el martes desde Florida (sureste de EEUU), tripulado por un maniquí que viste un traje espacial, al volante de un auto eléctrico Tesla color rojo.
Su destino es el espacio lejano, a una distancia casi equivalente a la de Marte con el Sol, donde el aparato será colocado en órbita luego de que los tres cohetes que lo impulsaron vuelvan a tierra firme, otra de las innovaciones para reducir el costo de los vuelos espaciales, que tienen como objetivo alcanzar Marte en 2024.
Ya anunció planes para enviar a fines de 2018 a dos turistas para volar alrededor de la Luna, dando continuación a las Apollo de la Nasa entre 1960 y 1970. Visionario
En el universo de la economía dominada por internet los empresarios visionarios, o que creen serlo, son numerosos, pero Musk se ubica muy alto.
Su proyecto “Hyperloop” que permite transportar, en Tierra, pa- sajeros en cápsulas circulando en un tubo a baja presión a una velocidad que puede alcanzar 1.200 km/h, pasaba por ser ciencia-ficción cuando fue presentado. Sin embargo podría concretarse en California y entre República Checa y Eslovaquia. Un centro de investigación está dedicado a esta tecnología en Toulouse, Francia.
También creó en 2017 la “Boring Company”, especializada en la perforación de largos túneles, destinados a solucionar el problema de los embotellamientos urbanos.
Los analistas valoran a un visionario que toma riesgos y que sabe vender sus ideas para hacerlas realidad. Pero este espíritu futurista hace temer el desarrollo de la inteligencia artificial, que podría volverse contra los hombres y convertirlos en gatos domésticos, sometidos al poder de las máquinas. En consecuencia, Musk participó en la creación de un gabinete de investigación para desarrollar una inteligencia artificial “humana”.
“No me gusta la idea de ser un gato en la casa”, dijo en una conferencia en California, y de talló que prefiere, por el contrario, imaginar conexiones neurológicas que aumentarían la capacidad cerebral ligando directamente al hombre con las computadoras.
Sorprendió entonces al esgrimir la hipótesis de que nuestro mundo sería solamente una vasta simulación informática. “Las probabilidades de que vivamos en una verdadera realidad son de una en miles de millones”, afirmó.