CRISIS EN VENEZUELA IRÁ A LA CORTE PENAL
UNA PATRIA MULATA. –
Porque siempre he dicho que los dominicanos somos andaluces pasados por África, etíopes y gaboneses amamantados por la loba de las noches de Cádiz, Málaga y Sevilla. Porque somos ellos y en nosotros está Lemba y está Don Bartolomé, el de Las Casas. Porque no sólo El Quijote nos persigue y nos protege, sino también el tambor que nos alegra y nos da vida, por su ritmo y su alegre nostalgia, por su vocación para la felicidad. Por ellos, los hermanos negros de esta nación mulata y alienada de “jalouin” y “sanguivin” que somos, nación avergonzada de su negritud, con su “texturizado” a cuestas. Porque hemos adorado hasta el ridículo a la Madre Patria, que a veces sólo ha sido una “puta madre”, y nos hemos olvidado, -acomplejados-, de nuestro ser mulato, de nuestro negro Padre de la Patria, que no son solamente los tres mulatos conocidos, sino también ese abuelo negro al que cantó Nicolás Guillén, hace ahora mil años. Al abuelo negro canto hoy, y en febrero tenía que ser. A él a y sus nietos negros nuestro lamento de mulatos por tanto olvido y tanta ignorancia, y todo nuestro amoroso reconocimiento porque sin ustedes estaríamos incompletos y desconsolados. No tendríamos son, ni mulatas, es decir, no tendríamos sueños. Sin ellos, por no tener, no tendríamos ni siquiera, un “oye, qué riiiico, Mami.”
EL PODER ALOCA. -
Es la ancestral parábola del poder, el péndulo pleitoso entre partidos gobernantes y la sociedad civil, incluida la prensa, los periodistas. El asunto es que el poder aloca. A tirios y a troyanos aloca, a unos más que a otros, pero aloca. El ejercicio del poder disminuye la tolerancia hacia los otros. Y es que el Poder, aún haya sido electo democráticamente, se acostumbra demasiado rápido a que siempre le den la razón, y entonces vienen los problemas, los de ayer y los de hoy, los de aquel o este gobierno, el asunto es sin bandera ni colores, el tema es tan humano como grave. El poder aloca. Y además desgasta. Por todo esto, es oficio de ciudadanos, y en especial de escribidores de diarios y “opinadores” de redes y radios, mantener con el poder político y el económico una relación parecida a la de los griegos con el sol: “Ni tan lejos que no nos alumbre el camino, ni tan cerca que nos queme y nos impida ver el atardecer feliz de la civilizada conveniencia, del libre juego de las ideas, en la disidencia o en la coincidencia. Al fin y al cabo, los gobiernos no necesitan albarderos de la palabra, sino críticos responsables que emitan sus opiniones con franqueza y sin ambages y sin más intención que la de aportar un rayo de luz porque amanezca al fin la mañana feliz de un mejor país.
GENERALIZAR SIEMPRE ES UN ERROR.
- En terapia de parejas se recuerda que, el cometer una estupidez, no lo convierte a usted en un estúpido. El verbo no convierte en sustantivo. De igual manera, -pero más grave-, la inconducta y el delito de un ser humano, no debe ser endilgada a toda una nacionalidad a un colectivo. Así, por ejemplo, el dominicano atroz que vendía drogas y asesinó a su vecina en los Estados Unidos, no convirtió a más de un millón de nacionales que allí viven en narcotraficantes ni en asesinos, para no hablar del islam y el 11S. La acción individual no compromete al colectivo, ni dominicano, ni francés, afgano, ni iraquí, ni haitiano. Es de justicia humana y objetividad periodística señalar que, así como existen en el país miles de domínico-hispanos, domínico-venezolanos, hay también domínico- haitianos. Ciudadanos nacionales hijos de haitianos con cedula y pasaporte. Seamos cuidadosos. Generalizar siempre es un error. No hagamos a otras nacionalidades y colectivos, lo que no quisiéramos que se hiciera al nuestro. Con su permiso.