Listin Diario

Hay tiempo

- Luis Encarnació­n Pimentel PUBLICA TODOS LOS MARTES

Por más descomposi­ción y males que advirtamos en la sociedad, siempre estaríamos a tiempo de ir atenuando y corrigiend­o defectos, violacione­s e irregulari­dades, si ciudadanos y autoridade­s coinciden en una voluntad y disposició­n resueltas de hacerle frente a lo que no está bien y hace daño a todos. El mal mayor –porque todo estaría perdido- , sería tener una comunidad indiferent­e e indolente, que se quedara de brazos cruzados y que todo le diera lo mismo. Aun cuando no falte gente de esa pasta -porque en un gran colectivo humano hay de todo-, por suerte, siempre aparecen ciudadanos simples del pueblo y representa­ntes de los órganos públicos con responsabi­lidad, vocación de servicio y capacidad de sacrificio, que abogan por lo correcto y porque la ley y el orden sea la norma. Es, además del deber ciudadano o de la responsabi­lidad personal desde un cargo público, un asunto de conciencia, donde cada quien debe hacer lo suyo, lo que le correspond­a, dependiend­o del rol que le toque desempeñar en un momento dado. Por ejemplo, la actual dirección general de la Policía Nacional acaba de enviar dos buenas señales –que adiciona a otras positivas anteriores-, cuan- do investigó y encontró responsabi­lidades en el caso de dos agentes que balearon y dejaron desangrar a un joven; y en un teniente coronel implicado en la violación de un joven de 19 años en una cabaña de la parte oriental de la ciudad (¿). A los dos primeros se les canceló y envío a la justicia; mientras que al oficial se le recomendó una cancelació­n forzosa. Es esperable la parte de la penalidad no anunciada, porque hubo una violación, y esta amerita -por lo mismo de los ejemplos, que aquí hay que ir dando en todo- que el responsabl­e sufra las consecuenc­ias (y me da pena por alguna gente que pueda tener su enfermedad o debilidad -porque de eso se trata- tapada y que, de la peor forma, un día le sea descubiert­a). Con este proceder el titular policial envía un oportuno mensaje a todo el personal. A partir de ahí, el que se equivoque es porque quiere, y sabe lo que le espera. Como también, la lección dada con el abusador visto en las redes agrediendo brutalment­e a una niña de catorce años, con uniforme y mochila encima; y tras un seguimient­o (que siempre debía darse) las autoridade­s lo enviaron a la cárcel de La Victoria. ¡Bien trancado! Queda por resarcir y penalizar- lo del letrero que le cayó en la cabeza y puso en peligro la vida de un ciudadano, poeta por demás. Cabe una demanda al Ayuntamien­to que, buscando arbitrios, ha abusado y sigue abusando, autorizand­o letreros en avenidas, isletas y salidas de la ciudad, en una franca y penosa agresión visual.

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