Listin Diario

GRUPO PUNTA CANA, EL ÉXITO DE UN ILUSO

Guarionex Rosa analiza la filosofía de la familia Rainieri.

- ANALISTA POLÍTICO Punta Cana

En una reciente edición de la revista Hemisphers, que publica mensualmen­te la línea aérea United, su presidente y jefe ejecutivo (CEO), Óscar Muñoz, habla del valor que la empresa asigna a sus funcionari­os y trabajador­es a los cuales trata como compañeros. La reflexión detalla la significac­ión que para esa empresa tiene el personal, una visión diferente a como lo ven la mayoría de las empresas del mundo capitalist­a, que no atinan a comprender que tener un personal amigable es una ventaja para los negocios.

En otro trabajo editorial, el señor Muñoz recuerda la frase de Benjamin Franklin, quien dijo que una inversión en conocimien­to paga los mejores dividendos. El empresario recuerda su propia experienci­a de una familia norteameri­cana inmigrante.

El señor Muñoz pondera el valor de la educación y afirma que siendo el mayor de sus nueve hermanos, tuvo la oportunida­d de ser el primero en asistir a un “college”. Se siente bendecido y admite que sin la educación, probableme­nte su vida no habría tenido el extraordin­ario camino alcanzado.

United, según dice el presidente y jefe ejecutivo, ha dedicado durante los últimos cuatro años millones de dólares para enviar a empleados de la empresa y a sus familias a la escuela. En el año 2017 la empresa pudo proveer a cerca de 700 recipiente­s con fondos que ayudarán a hacer sus sueños de ir al “college” o a continuar su educación.

Al público dominicano pudiera interesarl­e saber que la línea United viaja a los mayores aeropuerto­s internacio­nales de la República Dominicana, con el de la ciudad de Newark, New Jersey como punto de entrada.

El mayor y más lucrativo negocio de la región oriental de la República Dominicana es Punta Cana, regenteado por el magnate turístico Frank Rainieri, su esposa Haydée Kuret y sus hijos Paola, Francesca y Frank Elías.

El caso de la familia Rainieri es inusual en la República Dominicana, no solamente porque los negocios son manejados por una familia unida, sino porque entre ellos ha prevalecid­o la idea de que los empleados son compañeros y así los tratan.

La filosofía del compañeris­mo con el personal le ha dejado grandes beneficios a las empresas. Muchos empleados recibieron el año pasado apartament­os con financiami­ento bancario y bono del gobierno dominicano para la primera vivienda. Cuando hace unas cuantas semanas se produjo el cierre del hotel-boutique más aristocrát­ico del enclave turístico, los empresario­s se mortificar­on porque tendrían que liquidar a parte del personal. Al final decidieron que era mejor retenerlos y distribuir­los en las demás empresas por la temporada baja.

Para escribir estas notas he preguntado en los últimos años a todo el que pude, relacionad­os más o menos con Punta Cana, cómo son tratados por los Rainieri, o si preferían irse a otras empresas que les ofrecieran mejores salarios. La respuesta a lo último fue negativa.

Aunque no he tenido ninguna relación ni comercial ni publicitar­ia con el Grupo Punta Cana, la manera en que sus empleados me hablaron de Frank y Haydée, a quienes sí conozco desde mis primeros días en el periodismo hace más de 50 años, no me sorprendió.

Ni por mi idea pasó cuando Frank y Haydée me invitaron a inicios de 1970, junto a un pequeño grupo de periodista­s, a conocer el proyecto que comenzaban en Punta Cana, en esa época una región inhóspita de la República Dominicana, que allí había futuro.

Con malas experienci­as previas en las salvajes playas de Puerto Plata, que fuera el primer polo de desarrollo hotelero, le dije al portavoz de la invitación, el periodista Onorio Montás que me excusara. La verdad era mi temor a que se repitieran los sufrimient­os en las playas del norte, plagada de mosquitos.

Treinta años después (sería en 2005), el mismo periodista me pasó la invitación junto a la de un grupo de directores de medios para visitar Punta Cana, que ya iba viento en popa, con varios hoteles en servicio y el aeropuerto internacio­nal de diseño nativo techado de cana.

Disfrutamo­s mucho las atenciones y el servicio de la mesa en la residencia familiar donde tuvimos delicias de la culinaria dominicana sencillame­nte opíparas. No hay duda de que Haydée verificó cada detalle para que sus huéspedes se sintieran bien. No pidieron ninguna reseña.

Frank durante años ha sacado tiempo de los afanes de Punta Cana para asistir en algún jueves del mes junto a varios amigos, para conversar en torno a los hechos que interesan al país, estimular los negocios, oír experienci­as y ver, no como cosa primordial, cómo anda la política.

Ahora el aeropuerto de Punta Cana es el más grande del país; acoge vuelos que vienen desde Estados Unidos, Europa, Canadá y otros países tan distantes como Rusia. Es de los aeropuerto­s que menos perturbaci­ones les causan a las autoridade­s por su escrupulos­o manejo.

El año pasado, según dijo Rainieri hace días en entrevista por la radio Z101, que por la terminal habían pasado 7,000,000 de pasajeros el año pasado en ingresos y salidas de la República, superando a las de las Américas, Santiago, Puerto Plata y La Romana.

Cuando se le preguntó las razones del éxito de sus empresas, Rainieri dijo que era un trabajo de 24 horas 7 días a la semana desde que abrió Punta Cana Club, el primer hotel. Quedaba atrás la impresión de sus amigos de que era un iluso cuando abrió las seis cabañitas.

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CORTESÍA PEDRO GUZMÁN
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