El ‘ciudadano Zapatero’
*Quiere decir que mi amigo Pepe Abreu no sabe que con excepción de unos médicos filántropos, todas las clínicas aplican la compensación sin importar lo que diga Sisalril (a.u).
1.- El mundo político español está conteste en una cosa: que el expresidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, que encabezó la segunda torda del PSOE en la gobierno de España, es un ciudadano de fuertes principios, coherente, honrado y que trabaja más que todo el mundo para lograr las metas. La primera camada de los entonces socialistas que llegaron a la Moncloa fueron Felipe González y Alfonso Guerra, y llegaron después de los ‘papeles’ de Adolfo Suárez (firmado por todos, incluso Santiago Carrillo y Fraga Iribarne, eurocomunistas y la Falange). Pues el poder del PSOE no sólo ofrecía bienestar y seguir el nuevo camino de progreso bajo los principios de la Internacional Socialista, sino que su primer ministro de Relaciones Exteriores, Javier Solana, llevaba la encomienda de no ingresar a la OTAN y, junto con Hillary y Bill, primero, destruyó a Yugoslavia y el comienzo de la destrucción, la instalación definitiva de Zona Euro y la hegemonía de Alemania y que España, en el medio, desde la primera crisis abrió los ojos: “No servimos para impulsar desarrollo a nadie, sino endeudarnos y agrandar el problema del pueblo español”, y ya venía el PSOE con los problemas de la Madrasta, que abriría las puertas al PP del cobrador de Impuestos, José María Aznar, franquista, sin recato, ni escrúpulos: ¡Viva la robogracia! “¡Cuántos vigores dispersos!”, diría Rubén Darío, y los pobres de las España pagan. El organizado, honrado y trabajador Zapatero, tuvo que conformarse con que bauticen a su gobierno como de “transición” y recesar el mando con su figura incólume y leer el libro “El saqueo de España”. Desde 2004 hasta octubre 2011, pasó Zapatero tratando de domar un partido maleado entendiendo la democracia como una ‘libertad’ de los ciudadanos, no del Estado, ni del Partido. Cree en los valores y hace uso de ellos. Cree en el libre mercado, pero con control. El mismo Alfonso Guerra lo definió como “Bambi de acero”, en su autobiografía, por su carácter de hierro y su “visión especial de la realidad”.