“ANESTESIA”
Todo el que emprende una carrera o profesión eventualmente enfrentará momentos de dificultad, decisión, presión y opciones. Vendrán momentos de triunfo y fracaso, inspiración y desilusión, serenidad y tormenta, estabilidad y caos. Todos estaremos sujetos a atravesar uno o múltiples de esos momentos.
Los atletas son propensos a experimentar muchos de estos sentimientos. El nivel de intensidad, competitividad y presión del deporte los hace vulnerables a todas esas emociones. Por la adrenalina que genera cualquier disciplina deportiva, los deportistas tienen éxito o fracaso dependiendo de cómo administren cada momento. Su rendimiento está directamente conectado a su condición personal, mental, emocional y social. Por eso muchos para tener éxito acuden a anestesiarse y anestesiar.
ANESTESIA DEL ATLETA:
La anestesia es definida como “la ausencia temporal de la sensibilidad de una parte del cuerpo o de su totalidad provocada por la administración de una sustancia química, hipnosis o como causa de una enfermedad.” Esa ausencia de sentir es aplicada por los deportistas de una forma inconsciente y progresiva, en miras a desarrollar una coraza que les permita bloquear las áreas de sensibilidad. Un atleta que muestra o expone ciertas áreas de vulnerabilidad puede enviar un meta mensaje a sí mismo y a la sociedad que no está listo para asumir responsabilidad.
Un joven prospecto que tenga que despegar de su seno familiar, de su tierra y círculo social para irse a trabajar en otra nación, en otra lengua y con extraños a su familiaridad, obligatoriamente tiene que anestesiar su parte afectiva y emocional. No puede darse el lujo de sucumbir frente a sentimientos de nostalgia, depresión y soledad. Abrir sus heridas y mostrar sensibilidad simplemente afectará su capacidad de rendir y entrenar. Un lanzador que haya tenido un mala salida, que juegue en un mercado grande con presión mediática inquisitiva debe anestesiar su autoestima e identidad y no tomarse cualquier cuestionamiento a título personal. El negocio exige que el atleta tiene que producir de acuerdo al valor acordado en un contrato. Ni los jefes, ni la organización ni la prensa están interesados en escuchar excusas o promesas. Si ese lanzador no anestesia su área personal, hasta ahí pueden llegar los tentáculos de la presión social.
Un bateador que esté enfrentando una mala racha o slump tiene que anestesiar sus oídos para poder identificar lo que no está trabajando a su favor. El no hacerlo podría afectar su ánimo y motivación para poder producir mejor.
PELIGRO:
La anestesia que emplea el atleta no está sujeta a conteo ni monitoreo. Él o ella se auto medica dependiendo de la demanda del día o de la temporada en la que está. Médicamente, el paciente que no se le administra correctamente una anestesia puede recibir lesiones permanentes y hasta la muerte. Deportivamente, el atleta también puede incurrir en estos efectos subsiguientes.
El atleta puede anestesiar tanto sus sentimientos y emociones que esto puede causarle frialdad e insensibilidad en otras áreas más allá del ámbito profesional. La ausencia de sensibilidad puede correrse hasta el ámbito familiar, cauterizando la consciencia y asumiendo una dureza de corazón difícil de lidiar. El deportista se acostumbra tanto a luchar por competir, vencer, ganar y superar a un rival o a si mismo que desarrolla esa conducta hasta que se vuelve parte de su hábitat.
De igual forma la anestesia puede apagar, atrofiar, anular o invalidar áreas emocionales del deportista que más adelante necesitará para desenvolverse como alguien normal. Hay atletas que se vuelven huraños, solitarios, anti-sociales porque han anestesiado su capacidad de relacionarse. Invirtieron tanto de sí mismos en su sueño deportivo que no alimentaron otras partes importantes de la vida.
BALANCE:
La anestesia es buena para proteger áreas que serán intervenidas y pueden ser dañadas. Pero solamente debe ser usada temporal y no perenne. Hacerlo puede poner en juego otros órganos esenciales para el buen funcionamiento de la vida, y no vale la pena hacerlo. “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.” 1 Corintios 10:23 Hasta la próxima