ENOC Y LESLIE
Una pareja que camina de la mano de Dios para fortalecer su relación y familia.
Han pasado 15 años desde que Enoc Sánchez y Leslie Torres se juraron ante el altar amor eterno. Ocho meses fue tiempo suficiente para estar convencidos de que estaban hechos el uno para el otro, y de repente, lo que inició como una linda amistad laboral se convirtió en la promesa de estar “juntos hasta que la muerte los separe”.
Ellos son testimonio de una relación basada en valores, de un amor puro y comprometido y de una familia que apuesta a la unidad. Camila, Pamela y Paula han sido el regalo que les ha dado la vida para perpetuar su amor.
Se miran con ternura, se tocan con cuidado dando la impresión de que cada uno siente que tiene a su lado un valioso tesoro. Pero contrario a lo que se pueda imaginar, su matrimonio no es perfecto. “Ambos estamos llenos de imperfecciones. A lo largo de estos 15 años hemos tenido muchos momentos de tensión, pero con el auxilio de Dios y los medios humanos adecuados, hemos salido fortalecidos después de cada prueba”, dice Enoc Sánchez.
Esta pareja cree firmemente en que compartir intereses es vital para fortalecer la relación. “Vivir juntos parece ser lo básico, pero hemos descubierto que necesitamos actuar intencionalmente para no terminar viviendo dos vidas paralelas en una casa común”, sostiene Sánchez. “Para nosotros un signo de alianza funda- mental es el servicio apostólico. También compartimos el gusto por la música y la lectura. Tenemos metas en común y nos apoyamos en los retos laborales. Cada matrimonio está llamado a identificar y alimentar sus puntos de unidad”, expresa Leslie Torres.
Desde la etapa del noviazgo empezaron a trabajar con parejas. En la actualidad pertenecen a la comunidad Dios de Victoria, de la parroquia San José de Calasanz, un ministerio que acoge a 150 matrimonios con los que comparten sus experiencias de vida. “El llamado al servicio del matrimonio transciende las estructuras eclesiásticas; es una vocación de tiempo completo. No he de extrañar que algún vecino, compañeros de trabajo, familiares o personas que comparten la fe cristiana, se acerquen a nosotros para pedir alguna orientación”, explica Torres.
“No somos expertos y no somos superiores a ninguna otra pareja. De hecho, hemos aprendido que mostrar un matrimonio idealizado es un gran engaño. Somos un matrimonio en permanente batalla, porque la vida se desordena, las prioridades se desordenan y aquí radica la importancia de volver a la fuente y recurrir a la oración constantemente. Es cierto que por mucho tiempo sentimos presión de ser modelo en la comunidad, pero recibimos pruebas que nos dieron la libertad, a final nos dimos cuenta de que las batallas edifican”, agrega Sánchez.
La pareja coincide en que, para vivir en armonía, lo primero es confiar en la buena voluntad del otro. “Damos prioridad a la comunicación auténtica, transparente y respetuosa. Nos ha hecho mucho bien la sana complicidad y el respeto de la autoridad ante los hijos. Hemos asumido un compromiso personal de crecer interiormente cada día”, confiesa Torres.
Trabajar acompañando a otras parejas también les ha servido de fuente para un aprendizaje continuo. “En estos años hemos aprendido que si un matrimonio busca ayuda a tiempo y en las fuentes correctas puede salvarse… Cuando cada uno tiene un buen director espiritual el matrimonio se vuelve robusto. No debemos dejarnos arropar por el desaliento; todas las parejas pasamos por situaciones, pero hay que darle a Dios la oportunidad de restaurar”, sostienen los esposos.
Enoc entiende que la sociedad piensa en la ruptura del matrimonio como primera opción porque se vive en una cultura egocéntrica. “No se puede llegar al matrimonio pensando 'si no funciona, se acaba'”. Leslie entiende que el egoísmo está presente en la mentalidad actual. “Es complicado llevar un proyecto para toda la vida pensando en singular: mi dinero, mis sueños, mis necesidades; en lugar de hacerlo todo en plural...”
Enoc y Leslie están conscientes de que la vida en pareja nunca será perfecta, pero sí plena y feliz. Algunas de las claves que citan son: “Tener un proyecto compartido en el dinero es símbolo de alianza y confianza; compartir tiempo para cultivar la relación de manera intencional; cuidar la sexualidad, que es el termómetro y alimento de la salud de la pareja; convertir a tu pareja en el mejor amigo; cultivar la vida de oración y cuidar la relación personal con Dios para que crezca la
solidaridad”.