El cambio es lo constante en la gente y el mundo

*Para el ingeniero Escoto Vásquez, que hace de tripas corazón en el INVI. *Al médico fisiatra de Rehabilitación (de doña Mary Pérez de Marranzini, la Teresa de Calcuta de los pobres que tienen problemas motores), doctor Luis Concepción Romero, un fajador, pero que no tiene nada que ver con Conchita Concepción Martínez, la juez que le dio el “ha lugar” a Jorge Blanco con el viejo Código Penal, que lo llevó al proceso, que Almanzor González Canahuate, llamó el ‘Juicio Del Siglo’ en un libro obeso, pero fácil de leer. ¡Ya... dejamos la digresión hasta que lleguen los papeles de Alain y la Odebrecht! 1.- EL CAMBIO, LO ETERNO.- Para la dialéctica materialista, todo está en movimiento y cambio, al extremo que los adherentes a esta visión –aunque lo ignoren, su visión bucólica es dialéctica y la realidad y envuelve todo pese a creerse que su pensamiento está acorde con la idea de Dios y su mundo ordenado, perfecto y perfectible. Los que creemos en Dios le tememos y siempre encontraremos una ventana para justificarlo, como en los documentales de Morgan Freeman y Oprah Winfrey. Pero los materialistas duros (q.e.p.d., el nihilista, Pedro Péix P.); César Vallejo, finado poeta comunista peruano (“No hay Dios/ni hijo de Dios/ sin desarrollo”. “Intensidad y altura”); Jean-Paul Sartre, filósofo francés, máximo representante del “Existencialismo” (“Si Dios existe, todo esté permitido”), incluidos los disparates de los pasillos universitarios (“El mundo avanza hacia una misma religión y misma raza”). ¿No será que cada día hay más religiones y más razas? El hijo de la filósofa (q.e.p.d.), Emperatriz, les dice a sus auténticos amigos: “Ora por mí sin importar la idea que tú tengas del Altísimo”. Alfredo Dotel, administrador del Aeropuerto “María Montez”, de Barahona, les dice a algunos “sabios”: --Tú no ganas nada con decir que Dios no existe. ¿Y si existe, qué ganaste? Tú no tienes pruebas para demostrar nada.

2.-DIOS, FILOSOFÍA Y POLÍTICA.- Desde que la filosofía no era ciencia (todavía hay científicos que dicen que no lo es), sino conocimientos generales del mundo mezclados con mitología y religión, surgió junta con la política. De modo, pues, que en esta anaconda con el estómago lleno de nudos por los animales que pudo tragar, no entiendo a los teóricos políticos. Todavía hay gente que no alcanza a entender por qué se cambia la gente en política. Debería ser sólo de afuera, pero también adentro de los partidos, adentro es su mismo color, pero ahí llega el odio, unos de los sentimientos más bajos del ser humano. Empera, cuando se cambiaba uno, decía: “Todo lo que sube baja; menos los que van al cielo”. ¿Qué tú quieres, Empera, si yo no soy como ellos; me critican porque no hago lo que ellos hacen, comenzando porque yo no molesto a las 12 del día; no voy yo a molestar por Mengano o Zutanito; me mete Juan Bosch en una lista tal y me sacan por detrás de mí, para que no se lo diga? Siempre todo al que sacan, van donde mí, y nunca hablan claro y dicen que lo botaron por algo que no era. Cuando me doy cuenta, lo botaron por otra cosa. Como decía Mariano González: “¡En gente no se puede creer!”.