Rendición de cuentas
LA COMPARECENCIA.-
Una de las cosas buenas del país y de su vida republicana es que cada 27 de febrero el presidente de la República debe comparecer ante la reunión conjunta de las cámaras y hacer rendición de cuentas de su gestión del año anterior. El discurso del 2018 sobre el gobierno del 2017. La ocasión es buena porque es una oportunidad de conocer cómo la administración se ve a sí misma. La reina bruja jactanciosa con su belleza y el espejo de perverso favoreciendo a Blanca Nieve. Ni más ni menos en cada legislatura. Solo que ahora la circunstancia tiene variantes, cambios en el temperamento y en el tiempo. Antes se esperaba que el jefe del Estado ofreciera su versión, que se sabía acaramelada, y en los días subsiguientes la oposición se esmeraba en la réplica. Ahora se le corre alante al discurso, incluso se le enjuicia antes de pronunciarlo, y los desesperados no se aguantan y lo esbozan en la prensa. Debe hablar de esto o de lo otro, y como no habla de lo otro y olvida esto, la sentencia no se deja esperar: No llenó las expectativas. De tanto decirse, hoy es un cliché. Aunque el día que el presidente llene las expectativas, el gobierno será de la oposición. Roma en manos de los cristianos…
ERA MEJOR.-
Contra Joaquín Balaguer sin duda la situación era mejor. El misterio de la política sirviéndose con la cuchara grande y el presidente burlándose en el escenario que escogían sus oponentes. Cuando se aseguraba que Balaguer iba a hablar del triunfo de las Águilas Cibaeñas, este se recordaba de Guadalajara, de Jalisco no te rajes, destacaba el desempeño de Cibao FC ante el Chivas. En vez de beisbol, hablaba de fútbol. Además de que usaba la ocasión hasta para hacer campaña electoral, como cuando descalificó al PRD amplificando a José Francisco Peña Gómez, que no era candidato (sino Antonio Guzmán), en el augusto salón de la Asamblea Nacional. Los políticos viejos de seguro no recuerdan y los muchachos que ahora hacen carrera política no habían nacido. En este tiempo se dan ocurrencias que tampoco se avienen con el protocolo. Se convoca a personas y se les incluye en el ceremonial. Hipólito Mejía lo hizo con las señoras que se beneficiaban del subsidio escolar y con Leonel Fernández y Danilo Medina los gráficos, más que soporte, el discurso. El marketing político primero, la puesta en escena segundo, y las palabras tercero, si importa tenerlas en cuenta. Irreverencia total, pedagogía absoluta. El populismo hace su teatro sin ni siquiera ensayar…
ENTONCES ERA.-
Cuenta la historia que en los tiempos de Joaquín Balaguer, y cuando el PRD era dueño de la sobremesa y de la radio, primero Juan Bosch y después José Francisco Peña Gómez, cada cual en su momento y reinado, se dedicaban a desmontar el discurso del presidente ante la reunión conjunta de las cámaras. Lo hacían pieza por pieza y de manera admirable. Lo que a Balaguer gobierno le llevaba dos o tres horas, a Bosch y Peña Gómez oposición una semana, y a veces más. En Estados Unidos más o menos lo mismo. El partido que sea oposición, republicano o demócrata, escoge a uno de sus dirigentes y lo encarga de responder el discurso del mandatario sobre el estado de la Unión. En España lo hacen mejor todavía. Desuellan la vaca del presidente en la misma sala en que este la sacrifica. Una situación más tormentosa, una tortura en vivo. Los políticos dominicanos de ahora improvisan, hablan a seguidas, sin conocer a fondo la pieza o sin haberla digerido. El resultado se cocina en salsa ligera y se consume de pie, cuando lo justo fuera que se hiciera en mesa y con cubierto de lujo. Ahora no será diferente, y de seguro los medios dispondrán equipos, para que una vez el jefe del Estado termine su rendición de cuentas, los dirigentes más acreditados de la oposición reaccionen, repliquen, ataquen…
EL DÍA DE MAÑANA.-
El presidente hablará mañana, y si por sus adversarios fuera, debió haberlo hecho la semana pasada, o en vez de los decretos del problema. Para salir rápido del tema o para entrarle como a la conga. Con el discurso de por medio es más fácil hacer lo que por voluntad propia debieran hacer: oposición. Bastará con decir que no a lo que diga, solo que tendrán la circunstancia a su favor. La gente esperaba que fueran unas sus palabras, y serán otras, por lo que gente y políticos de oposición tendrán terreno común, un espacio para coincidir, por lo menos durante unas horas. Sin embargo, importa el trance. La democracia bailando en la calle como en carnaval. Ni siquiera circo, pues los tigres y los leones se escaparon y los domadores no aparecen. Ante tantos discursos posibles ¿cuál tendrá ocurrencia verdadera? Lo político, lo económico, lo social, e incluso lo partidario, o un poco de todo. De economía no se diga. Los informes de organismos internacionales se dan en el sitio como la verdolaga. Políticamente se tiene en camino la Ley de Partidos, y tal vez con un empujón acabaría de llegar. Socialmente podría regocijarse, si como se cree, el movimiento Verde perdió color. Los partidos de por sí son ocasionales y no sistemáticos, y el ambiente es más de respiro que de presión…